Los medios de comunicación, como servicio público, tienen una gran responsabilidad en ayudar a las personas a vivir en un ambiente de seguridad.
A los medios les corresponde apoyar a las autoridades en sus planes de protección de la ciudadanía. Hay países con leyes que obligan a los medios a incluir mensajes de orientación y educación para evitar que las personas se expongan ante el peligro.
Los medios dominicanos cumplen parcialmente con ese compromiso. Algunos asumen orientaciones propias, y gratuitas, sobre el tránsito vehicular responsable, otros tienen programas de prevención y ayuda en momentos especiales de gran desplazamiento de personas, como Semana Santa, y otros tienen compromisos en prevención en salud, alimentación, comportamientos saludables, que contribuyen con la estabilidad emocional y la salud de las personas.
Podría decirse que en materia de información existe el dilema sobre qué se dice y qué no se dice en relación con la seguridad ciudadana.
Las instituciones del Estado, responsables de la seguridad ciudadana, asumen con bastante frecuencia que los medios de comunicación son sus principales adversarios en el propósito de aplicar políticas que prevengan los delitos que ponen en peligro la seguridad de las personas.
Cada vez que un jefe de la Policía, ahora un Intendente, decía o dice que los actos delincuenciales se han reducido, que se trata de un problema de percepción, está acusando a los medios de comunicación de ser los creadores de la “falsa percepción” de inseguridad.
El criterio de acusar a los medios es evasivo e irresponsable y transfiere a los medios una responsabilidad que le toca a las autoridades.
Los medios no moldean el pensamiento de la sociedad. En realidad son un reflejo de este. Y su contenido lo que hace es reflejar lo que la sociedad vive cotidianamente. O eso es lo que debe ocurrir, salvo en aquellos lugares donde hay dictaduras y en donde se limita la labor de información. Cuando se refleja exclusivamente el pensamiento y la política oficial es cuando se crea una percepción distorsionada de la realidad.
Lo que corresponde al periodismo, y en general de los medios, es decir lo que ocurre. Es reflejar el sentimiento y las realidades que vive la gente en los barrios, en las calles.
Claro, en el periodismo existe lo que se define como sensacionalismo, pero son contados los medios que se dedican a exagerar o magnificar una situación.
El mejor antídoto contra la violencia y contra la inseguridad ciudadana es la información. Es en este sentido que puede darse una colaboración estrecha entre los medios y las autoridades.
Si la Policía Nacional o el Ministerio de Interior y Policía tienen datos, o estudios, sobre los puntos de mayor inseguridad de nuestras ciudades lo correcto es que los divulguen y en esto los medios podrían perfectamente colaborar.
Sería fantástico que los medios tuvieran acceso a los datos que posee la Policía Nacional sobre los lugares donde más asaltos con armas blancas se producen, o los lugares donde más robos de cristales de vehículos ocurren, o los lugares donde más robos de carteras de mujeres ocurren, o los lugares donde más violaciones a mujeres ocurren.
Dar a conocer esa información, que está en manos de la Policía Nacional, sería un gran apoyo a la ciudadanía para asumir decisiones preventivas. El principal recurso de los delincuentes es la sorpresa. Una persona informada es difícil que sea sorprendida, por ejemplo, cuando acude a la Ciudad Colonial de la capital, en donde los robos tienen características particulares.
Cuando hablamos del trabajo de los medios de comunicación, nos referimos a los diarios impresos, la televisión, la radio, los portales de internet y las redes sociales, en sus más variadas gamas, que son tan populares.
Otra cosa es la protección de los entornos de instituciones como las escuelas, hospitales, iglesias y otros lugares de afluencia de público, que requieren de políticas específicas. Los medios son también aliados en estos casos. Las empresas de comunicación son víctimas frecuentes de asaltos, robos, agresiones a través de sus empleados, que es un personal que debe desplazarse a horas de madrugada o de la mañana, por los más disímiles lugares, incluyendo los periódicos impresos que deben ser distribuidos en lugares por suscripciones o los que son gratuitos.
La mejor política que pudiera ponerse en práctica para abordar correctamente el problema de la violencia y la delincuencia, desde los medios de comunicación, es la transparencia y la divulgación de información. Cerrar las puertas, y cerrar la fuente de información, es darle el derecho a la delincuencia a que se adueñe de las calles y de los lugares destinados a ser seguros y de esparcimiento y disfrute de la ciudadanía.
En este sentido los medios de comunicación tienen un gran compromiso, una gran responsabilidad, con el apoyo de las autoridades facilitando datos y siendo receptivos en las informaciones que solicitan los medios de comunicación.
(*) Presentación de nuestro director en la Mesa Redonda de Seguridad y Justicia, coordinada por FINJUS, este miércoles 24 de agosto, sobre el tema "Seguridad Ciudadana y Medios de Comunicación".