Antes de que el Covid-19 se dispersara por el mundo, en el 2019, las organizaciones que combaten el hambre, vinculadas por las Naciones Unidas, tenían registrado un total de 820 millones de personas en el mundo que sufrían hambre y que debían ser apoyadas para salir de la situación de hambruna y miseria en que desenvolvían sus vidas.

La situación se torbana en extremo peor para un total de 135 millones de personas que viven en condiciones de pobreza extrema y de inanición por falta de alimentos. La mayor parte en Africa, cerca del 70 por ciento, seguido de Asia con aproximadamente un 20 por ciento, y América Latina con un 15 por ciento. Esos 135 millones de personas podrían duplicarse, y llegar a 265 millones de personas, como consecuencia de los efectos del coronavirus.

La hambruna es una condición miserable en extremo, que afecta al mundo y que representa una gran vergüenza para un mundo globalizado y civilizado, con altas tecnologías y progresos impresionantes. Sólo hay que pensar en los miles y miles de millones de dólares que son destinados cada año a la industria armamentista, dejando de lado el esfuerzo común para que el hambre sea eliminada de la faz de la tierra.

El Centro Pedro Francisco Bonó, con el Taller Público Silvano Lora y Acento reunieron ayer miércoles a un grupo de especialistas para debatir el tema de la seguridad alimentaria en la post pandemia del coronavirus. Una hora de debates y presentaciones dieron iluminación sobre las injusticias a las que seguimos expuestos. El hambre no es sólo la falta de alimento, es también una estructura mundial para que existan personas hambrientas.

La agricultura mundial está siendo descubierta nuevamente. Ahora la gente se da cuenta que los alimentos son importantes, y que alimentarse es parte de un proceso vital. Hace dos meses se obviaba el rol que juegan los campos productivos en la satisfacción universal. La agricultura mundial podría alimentar actualmente a 12 mil millones de personas. Cualquier persona que muera de hambre es un asesinato el que se comete contra esa persona.

Las Naciones Unidas trabajan duramente en este momento para detener las guerras en el mundo, y concentrar la atención en el coronavirus. las guerras producen mucha hambruna, y descuidan la producción de alimentos. De los muertos en la Segunda Guerra Mundial 56 millones de personas fallecieron por hambre y sus secuelas inmediatas. El hambre es un producto de los hombres y puede ser vencida por los hombres, dice Jean Ziegler, un combativo legislador suizo que ha dedicado su vida a investigar el hambre y las posibles forma de terminarla.

Los invitados al Fogaraté transmitido por AcentoTV están conscientes del riesgo que corre la humanidad en este momento. Continuar con el hambre, debilita la capacidad de los países para hacer frente al virus. Mantener el confinamiento como política pública  afectará seriamente a las familias pobres de la República Dominicana y acercará a la hambruna a miles y miles de familias y personas.

En pobreza extrema, con hambruna incluido en América Latina hay 18.5 millones de personas, teniendo Venezuela el número mayor, con 9.5 millones de personas expuestas. Un país rico, pero administrado miserablemente, que ha expulsado a más de cinco millones de ciudadanos en los últimos 5 años. Las ansias de poder, la corrupción y la falsa idea de la redención han llevado a los venezolanos a encabezar esta macabra lista. Seguidos por Haití, nuestro vecino en la isla, que tiene 3.5 millones de personas en pobreza extrema, en hambruna, y que buscarán la forma de saciar su hambre buscando otros horizontes, cruzando la frontera o dedicándose a practicar las formas más siniestras para enfrentar su situación individual.

El coronavirus nos obliga, como país y como seres humanos, a tomar medidas para proteger los alimentos tanto como sea posible, a no desperdiciarlos, a evitar la dilapidación y la glotonería. Pero también nos invita a cuidar la naturaleza, el agua, la tierra, los campos, que son los que producen alimentos. El agua contaminada, que se consume de forma obligatoria en muchos lugares, es la causa de muerte de 10 mil niños menores de 10 años cada día. Los 2 mil millones de casos de diarreas causan la muerte de 2.2 millones de personas. Tenemos que asumir que estos datos son extremos, pero nos colocan en situación de riesgo.

El coronavirus es un ingrediente nuevo al que debemos enfrentar. Es un extremo que podría duplicar los millones de personas en el mundo que pasan hambre. Nos toca a todos tratar de evitarlo.