La democracia, en su concepción más idealista, supone que el puebloes el mandador. Los gobernantes, cuando el pueblo los elige con plena libertad, vienen a ser sus mandatarios. Es decir, son los empleados del pueblo para cumplir la tarea de administrar la cosa pública para la colectividad.
Lamentablemente entre el ideal y la realida dista un abismo. Ese contrato social suele olvidarse una vez que el pueblo ha cumplido con su parte de elegir con su voto a los gobernantes.
Por eso hay tanta gente que se siente excluida, abandonada y despreciada por quienes ocupan cargos públicos.
Y este mal no sólo abarca al Gobierno central, es decir a la Presidencia de la República, a los ministerios y demás dependencias de la administración del Estado. También afecta a los poderes Legislativo y Judicial, y a las alcaldías y demás administraciones locales.
Este medio, por ejemplo, ha informado en los últimos días de tres casos de ciudadanos que claman porque sus autoridades resuelvan problemas urgentes. Estos son:
El barrio Cancino Adentro, de Santo Domingo Este; la Zona Colonial (Distrito Nacional) y Guayabal y otros municipios de la fronteriza provincia Independencia.
Ante tal desidia habría que preguntarse si continúa manteniendo validez el principio de que el pueblo es el mandador, y quienes gobiernan son sus empleados mandatarios
Hace un año y mes que Acento.com.do publicó la siguiente denuncia del barrio Cancino Adentro:
“Moradores de Cancino Adentro, municipio Santo Domingo Este, exigieron tanto al Gobierno y al ayuntamiento la reparación de sus principales calles y la limpieza de sus cañadas”.
El pasado sábado publicamos otra denuncia de los moradores de Cancino Adentro:
“Residentes del sector de Cancino Adentro denunciaron que tienen más de dos semanas sin recibir el suministro de agua potable y que la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales (CDEEE) los castiga con tandas de 11 y 12 horas de apagones diarias”.
A la carencia de agua y electricidad se agrega el deterioro de las calles, como denunciaron hace más de un año, sin que ninguna autoridad les haya prestado atención.
En el caso de la provincia Independencia, publicamos el pasado domingo:
“La Asociación de Productores Agrícolas del Distrito Municipal Guayabal, en la Provincia Independencia, apoyó a todas las comunidades que exigen el asfaltado de la carretera principal que los comunica con Postrer Río, Los Bolos y El Maniel.
“Tenemos más de 14 años luchando con esta situación, y es una comunidad agrícola, no dependemos de nada más, no hay fuentes de trabajo. Nuestra juventud se está yendo, es una situación calamitosa”. También reclamaron el acondicionamiento y reapertura de un canall de riego, indispensable para la producción agrícola.
Y los vecinos de la Zona Colonial, de nuestra capital, han sido insistentes en sus reclamos de que se concluyan los trabajos de remodelación y acondicionamiento de ese importante sector del Distrito Nacional. Pero nadie, absolutamente nadie, los ha atendido.
Ante tal desidia habría que preguntarse si continúa manteniendo validez el principio de que el pueblo es el mandador, y quienes gobiernan sus empleados mandatarios.
¿O acaso el pueblo sólo es bueno para echar un voto en la urna el día de las elecciones?