Los indicadores económicos y sociales de la República Dominicana no son para que el gobierno se esté pavoneando. El país está retrasado en educación, en salud, el transparencia, en seguridad ciudadana y en muchos otros renglones. Los países de la región, e incluso del mismo tamaño o de menor tamaño que el nuestro se encuentran en los primeros lugares de condiciones de vida. Nosotros andamos mal y debemos levantarnos.

Eso más o menos fue lo que vino a decir una parte del discurso de Manuel Diez Cabral, presidente del Conep, en el cierre de la Convención Empresarial del 2011, en donde advirtió a los candidatos presidenciales que al país se le acabó el tiempo para seguir sin atender las tareas fundamentales. Aquí les dejamos algunas de las palabras del joven empresario, para que comprueben todo la razón que tiene al presentar un cuadro que no es para estar orgullosos:

Los últimos resultados de comparaciones internacionales claramente indican que nos estamos quedando atrás. Esto no quiere decir que no hemos mejorado, simplemente que no hemos mejorado al mismo ritmo que la mayoría de los países del mundo. Los más recientes resultados de las encuestas internacionales en temas claves de educación, institucionalidad y competitividad, indican que tenemos que transformarnos. En el último reporte del Indice de Competitividad Global, coloca a nuestro país en el inaceptable puesto de 110 entre 142 países.

Distinguidos candidatos, empresarios, líderes sociales y políticos.

Sencillamente, se nos acabó el tiempo. La era del “poder social” ya está aquí y las respuestas no pueden ser las mismas. Debemos reinventarnos y creer que podemos dar un salto importante en la dirección del bienestar económico y social del más alto nivel.

Contrario a quienes vaticinan desastres, creemos que esta, puede ser una década de oportunidades, la clave está en cómo capitalizarlas, cómo lograr beneficiarnos de la apertura comercial; de los cambios tecnológicos; de nuestra ubicación privilegiada en el entorno de mercados de gran tamaño; de nuestra disponibilidad de recursos naturales; del potencial extraordinario de nuestra geografía e historia para el turismo, de la hospitalidad de nuestra gente y nuestra gran capacidad de adaptarnos a los cambios.

La transformación que necesitamos no será el resultado de un acto de magia, sino que hay que diseñarla a corto, mediano y largo plazo; poniéndola en práctica mediante acciones decididas. Tomemos las decisiones necesarias con la valentía requerida. Países como China, Singapur, Corea, Taiwán, y aún más cerca, Chile, Colombia, Perú, Brasil y Panamá entre otros, no lograron estos saltos importantes en su desarrollo por casualidad., Son el resultado de políticas económicas y sociales que han empujado ese desarrollo. Dejaron atrás las anclas que les impedían avanzar.

República Dominicana solo podrá cambiar con una conducción política firme y activa que nos guíe hacia los senderos del desarrollo con la participación del sector privado y de todos los sectores sociales, incluyendo los partidos políticos de oposición. Tendremos que romper muchos tabúes y esquemas que nos han dominado por años.

No podremos seguir haciendo reformas tributarias coyunturales porque sencillamente no es posible seguir cargando a los sectores que pagan los impuestos con más de lo mismo. El cálculo de la presión tributaria de la cual tanto se habla no incluye una serie de elementos como por ejemplo las cotizaciones obligatorias al sistema dominicano de seguridad social. Esta inclusión, elevaría nuestra presión tributaria a aproximadamente 15.5% del PIB ya que la seguridad social representa el 2.3% del PIB.

Esta presión tampoco incluye todos los gastos adicionales que se pagan por la falta de servicios eficientes que ciudadanos pagan de manera privada como son el agua potable, las plantas eléctricas, la recogida de basura y la seguridad, educación y transporte privado. No incluye además tarifas y tasas cobradas por organismos gubernamentales, como por ejemplo, las tasas portuarias y aeroportuarias.

Más importante aún, al ser cuestionada la población de Latinoamérica en el último informe Latinobarometro 2011 sobre la magnitud de los impuestos que paga al fisco, la población dominicana, percibe tener la más alta carga impositiva de todos los países medidos. Por el contrario, Chile, país en el que la población paga bastante más que en República Dominicana, es el país en el cual menos gente sostiene que los impuestos son demasiados altos, porque la población tiene mayor confianza en sus autoridades y en lo que recibe a cambio.

Esta percepción está corroborada por estudios internos del CONEP que muestran una presión tributaria de más de un 26% para los sectores formales de la economía, aunque con variaciones importantes entre los distintos sectores, y de apenas un 10% para los sectores informales.

No queda otro camino que reinventar la manera de recaudar y gastar del Estado dominicano a través de una reforma fiscal integral. Ha llegado el momento de mejorarla calidad del gasto, atacar la evasión, ampliarla la base de contribuyentes y reducir la informalidad. Serán decisiones difíciles, pero no hay marcha atrás.