El discurso del presidente del Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP), Manuel Diez Cabral, sigue generando reflexiones y elogios. Fue un discurso valiente e inteligente, que pone sobre el tapete aspectos fundamentales del desarrollo nacional, como la educación, que requieren de compromisos a largo plazo.

Pocas veces antes el sector empresarial había asumido compromisos sociales tan firmes como lo hizo en la recién finalizada Convención Empresarial 2011. El documento contiene múltiples sugerencias en lo económico, institucional y social, y el discurso de Manuel Diez es la pieza más visionaria de todo el encuentro.

No podemos olvidar este discurso, y en particular lo relacionado con el tema educación, que dio pie a la ovación más extensa de que se tenga historia en la vida pública reciente: todo el público presente sostuvo un aplauso contínuo de casi 5 minutos reclamando el 4% del PIB para la educación. Hacemos propio esta parte del discurso de Diez Cabral:

La educación es una condición fundamental para que haya una mayor prosperidad y una mejor distribución del ingreso en República Dominicana, por ello en este momento estamos proclamando que para el empresariado la educación no es solo un problema social, es además un problema económico.

Como ya todos sabemos, nuestras notas en materia de educación no son buenas. El tema en los últimos años y meses ha tomado más vigencia que nunca y es quizás el ejemplo más pragmático del poder social dominicano que mencionábamos al principio de este discurso. Hay un reclamo a voces unidas de que la educación es el presente y el futuro de nuestro país.

Distinguidos presentes, si bien debemos enfocarnos en mejorar la calidad del gasto en educación, conscientes de que nos falta mucho por recorrer en ese sentido, nunca podremos alcanzar mayores niveles de calidad en la educación si no invertimos en ella. Hace años que el país debió de haber estado invirtiendo eficientemente más del 4% en la educación. Invertir en educación constituye el mejor esfuerzo para el progreso, bienestar y dignidad de nuestro país, pero también constituye el mejor retorno sobre una inversión.

El empresariado ha dejado claro en esta convención, que la educación es la clave de la competitividad de los sectores productivos.

Romper la inercia significa colocar en primer plano nuestras fortalezas, sin dejar de confrontar las debilidades que nos impiden ser una nación netamente exportadora; asumir la apertura comercial como un conjunto de oportunidades, sin minimizar los riesgos. Implica tener políticas estables y seguridad jurídica, sin dejar de responder a las necesidades de determinadas coyunturas; aprovechar la disposición y flexibilidad de nuestra fuerza laboral, sin dejar de entender que su cambio y el incremento de su capacidad es un proceso que nos llevará al menos una década. Es decir, mirar el mañana sin desechar el presente.

A los candidatos a la presidencia aquí presentes, quisiéramos expresarles la necesidad de establecer un diálogo permanente a través de este gremio empresarial para empujar estos cambios de la única manera posible: juntos. A pesar de las diferencias que seguramente habrá entre el empresariado, los poderes públicos y sectores sociales, nunca dejemos de interactuar y de buscar soluciones. Hagamos un calendario de reuniones permanentes que nos ayuden a medir el progreso de los pasos necesarios que tendremos que dar para resolver muchos de los retos antes mencionados y no esperemos a momentos de crisis para vernos la cara. Estas palabras son tan solo un esbozo del sentir del sector empresarial dominicano plasmado con amplitud en las exposiciones y las resoluciones aprobadas en esta IV Convención Empresarial. Les exhortamos a ponderarlas con la misma buena voluntad que las estamos presentando.

Para finalizar, quisiéramos volver al principio, “rompamos la inercia”. Es posible ser parte de ese mundo de alto bienestar tal y como señalaba Hans Rosling, pero tenemos que aceptar la necesidad de transformar las estructuras que nos han funcionado de alguna manera para llevarnos a donde estamos. El poder social es una realidad. El ignorarlo sencillamente nos llevara al fracaso.

Nuestro tamaño geográfico no será un factor importante. El más reciente

informe del Foro de Competitividad Global 2011 revela que el tercer puesto en competitividad a nivel mundial, lo ocupa un país minúsculo llamado Singapur. Por encima de Estados Unidos, Alemania, Japón y Finlandia. Si medimos el ingreso per cápita como fuente de bienestar, podemos ver que los primeros cinco países en el mundo: Qatar, Liechtenstein, Luxemburgo, Bermuda y Singapur, son todos geográficamente más pequeños que Republica Dominicana.

Ojala que en diez años, el señor Roslings haga otra presentación sobre el desarrollo de las naciones y aparezcamos como ejemplo de un gran salto. La tecnología no nos permitirá quedarnos donde estamos. Si no vamos hacia adelante, nos estaremos quedando atrás. En este mundo globalizado ya no hay dónde esconderse.

Para enfrentar y adaptarse al cambio sin traumas, lo importante es tener la visión de hacia dónde vamos e irradiar el optimismo de que si se puede. Michael Porter, el famoso académico experto en competitividad, aclara que crear una estrategia es el sinónimo de tomar decisiones; es deliberadamente escoger ser diferente.

Adoptemos este nuevo poder social como una fuente de creatividad, innovación y nuevas ideas y trabajemos en conjunto con la humildad y visión país que hemos eludido hasta el presente. Los líderes, por definición, son personas que cambian mentes. Como líderes empresariales, políticos y sociales ayudemos a cambiar las mentes de nuestro sector y del país. La voz de uno puede ser escuchada por muchos, la voz de muchos es escuchada por todos. Escojamos un nuevo camino. “Rompamos la Inercia” y transformemos nuestra nación.