Laura Acosta Lora,  quien sirvió como abogada Pro-Bono en el proceso de recuperación de las tierras de Bahía de las Aguilas, ha escrito un texto haciendo justicia con todos los que contribuyeron a detener ese robo a los bienes públicos. Su texto es muy claro, se explica por sí solo. Y aquí lo dejamos, como testimonio de un proceso legítimo y bien llevado. Enhorabuena, por tu trabajo y por la verticalidad de tu madre, Piky Lora, y los demás familiares que acompañaron este proceso.

Texto escrito por Laura Acosta Lora

Un gran éxito no puede en  modo alguno ser atribuido a una sola persona. La explicación sobre mi participación el caso Bahía de las Águilas es simple: mi mamá vio que desde chiquita no me callaba, tuvo que ponerme en la escuela más temprano de la cuenta porque no lograba estar tranquila y en silencio; entonces, al llegar al final de sus días con ese caso inconcluso, pensó que de las tres hijas, la que no se callaría hasta lograrlo podía ser yo, pues además de compartir con ella el ejercicio del derecho, era indispensable gritar fuerte hasta ser escuchada.

Mi mamá era una persona que odiaba dejar las cosas "a medio talle", no soportaba que uno tomara atajos para hacer las cosas, si hay algo en lo que mami era experta era en hacer las cosas bien y terminarlas. De modo que dejar ese caso inconcluso le producía una verdadera preocupación.

Recogiendo sus papeles para dejar todo organizado antes de morir, me pidió fotocopiar cada papelito, organizarlo en varias cajas y nos indicó que tras su muerte los originales solo debían ser entregados en sus manos a Leonel Fernández, a nadie más. "Si se entregan los originales a un presidente, no podrán perderse nunca, ya que la responsabilidad se le atribuiría directamente". ¡Qué sabia mi madre! Así lo hice y nunca se perdieron.

Puedo decirles que desde la muerte de mami grité mil veces, escribí en el periódico, tío Huchi, Patricia, muchos periodistas como Juan Bolívar, Margarita, Nuria, Panky, Fausto, entre muchos otros, no dejaban que se robaran eso en silencio.

Laura Acosta Lora

Hablé con funcionarios, gente que no tuvo el valor de pelear desde dentro esa batalla, los entiendo, no es fácil, pero no los comprendo, porque hoy habrían podido disfrutar con nosotros este triunfo, sin embargo, imagino que ven con amargura lo que pudo compartirse y que su dejadez o cobardía no les permitió. Lo lamento por ellos.

Un domingo en la tardecita recibí un correo de Margarita Cordero donde me informaba de un supuesto contrato de fideicomiso que firmaría el Estado y que no era más que la legitimación del fraude. Me envió los documentos que ella había conseguido. De inmediato procedí a escribir a esos periodistas que siempre están presentes cuando se trata de defender el patrimonio público. Les escribí a Juan Bolívar, Nuria, Alicia, Fausto Rosario Adames, Gustavo Olivo P, entre otros… por ahí tengo ese correo guardado. 

Huchi de inmediato me invitó a su programa para que abordáramos el asunto, Juan Bolívar también. 

La población se unió de inmediato al reclamo, se manifestaron en contra del acuerdo que pretendía firmarse y desde el palacio al inicio, hubo intentos de explicar las bondades de ese supuesto fideicomiso.

Ante la ola de reclamos en la opinión pública, el presidente Danilo Medina, pidió a mi tío que fuera conmigo a hablar con él del asunto y eso hicimos.

Sé que los ánimos de mucha gente no están para reconocer políticos y menos a Danilo Medina, pero la verdad debe ser dicha: El presidente nos escuchó atentamente, hizo preguntas, y me preguntó si yo participaría en el proceso judicial de continuarse, le dije que si, siempre y cuando lo hiciera como mi mamá, de forma honorífica, por dos razones: porque no quería hacer nada distinto a ella y porque no quería que pensaran que armaba yo escándalos para buscar trabajo.

Cuando entré en el caso, éste llevaba ya 16 años, el Estado tenía abogados brillantes como Gustavo Biaggi, Blas Minaya y Manuel Cáceres, que llevaban ya unos años en el proceso, sin lograr romper la inercia por falta de voluntad política. Confieso – y ellos lo saben – que primero desconfié, hasta que Gustavo me mostró una carta – cuya copia conservo – donde ellos advertían lo mismo que yo había dicho: que ese contrato era lesivo para el Estado. 

Ellos me recibieron con los brazos abiertos y en estos 5 años, hemos reído, llorado, compartido alegrías y frustraciones. Nos hemos hecho grandes amigos. Respeto profundamente su trabajo.

En ese equipo de abogados también hay funcionarios, como el consultor jurídico del IAD César Bienvenido Ramírez, la abogada de Bienes Nacionales Miguelina Saldaña Báez, o los abogados del Estado ante el Tribunal de Tierras, Gedeón Bautista Liriano y Ramón Mejía; así como los abogados del Ministerio de Turismo y de Medio Ambiente, ninguna de estas personas reciben esa ola de agradecimientos y reconocimientos que recibo yo, sin embargo, son los verdaderos héroes que han hecho este triunfo posible. 

La historia no puede jamás relegarlos a un segundo plano. El pueblo dominicano debe estarles eternamente agradecido.

Otra persona que debe ser siempre recordada al hablar de este caso es Francisco Domínguez Brito quien actuó igual como fiscal en 1997, como Procurador en 2004 y luego en el 2013, y como Ministro de Medio Ambiente. Su coherencia frente al caso Bahía de las Águilas es irrefutable.

Justo es también recordar que este caso fue descubierto en 1997 en el primer gobierno de Leonel Fernández, quien apoderó a mi mamá, Guillermo Moreno fue el primer fiscal de ese caso y tras su renuncia lo continuó con la misma vehemencia Francisco Domínguez Brito, el procurador entonces era Abelito Rodríguez del Orbe; y el director del IAD que aportó las pruebas del fraude fue Wilton Guerrero.

Cierto es que Danilo Medina tuvo el mérito indiscutible, primero de escuchar el reclamo del pueblo y luego, hacer algo que pocos políticos hacen: revertir la decisión inicial de firmar un acuerdo y decidir seguir adelante con el proceso judicial.

Soy testigo y doy fe de que su compromiso inicial de apoyo directo a este caso hasta su conclusión final, no cesó ni un momento, se interesó personalmente por cada paso, cuestionaba, preguntaba, reclamaba. Sin esa voluntad política expresada a través del apoyo incondicional y expedito del Poder Ejecutivo, jamás este triunfo habría sido posible. Solo una "simple" notificación requería una logística tan complicada, que sin el apoyo del Ejecutivo habría sido imposible.

En el Ejecutivo: Gustavo Montalvo, Flavio Darío Espinal, Roberto Rodríguez Marchena, Xenia García, Juan Ariel Jiménez, José Dantés, Patricia Peña, y todos los empleados del Ministerio de la Presidencia, que nos ayudaban cada vez que era necesario su apoyo, hasta para sacar copias de voluminosos expedientes. Esos son los ángeles de la guarda de este proceso.

Sobre el poder judicial, la historia de este caso no puede escribirse sin hablar de Alba Beard Marcos, una mujer de acero que manejó de forma eficiente y ordenada cada audiencia, hay que saber como estaba ese expediente antes de caer en sus manos, para conocer la magnitud del trabajo hecho por ella. Su sentencia es una joya jurídica en materia inmobiliaria. Pone cada cosa en su lugar. Esa es la sentencia que queda para la historia. Me alegra saber que hoy se encuentra en el Tribunal Constitucional.

El Magistrado Manuel Alexis Read, que también dirigió con maestría las audiencias de apelación, hoy también ascendido a la Suprema Corte de Justicia.

Y por supuesto, el Magistrado Manuel Ramón Herrera Carbuccia y los magistrados de la tercera sala de la SCJ que trabajaron sin descanso y magistralmente el caso para fallar cada recurso de casación, llevándolo a su final.

Es importante mencionar igualmente a Yeni Berenice Reynoso: ella asumió como propio el proceso penal y lo ha defendido hasta que quedó esperando que el Pleno de la Suprema Corte de Justicia – que lo tiene hace cuatro años – decida fallarlo. Ese es el proceso inicial de 1997 que se mantiene allí con tres extinciones que fueron pronunciadas por jueces inferiores.

Muchos se preguntan por qué no ha avanzado igual el proceso penal. En lo que concierne al de 1997, eso se encuentra en manos de la Suprema que lo ha puesto a dormir desde hace 4 años. Sin embargo, queda pendiente la persecución de todos aquellos que – a sabiendas de que los derechos que reclamaban tenían un origen fraudulento – mantuvieron sus procesos ante la jurisdicción inmobiliaria como si se tratara de derechos legítimos. No se les había perseguido hasta hoy, porque eso habría incidentado definitivamente el proceso inmobiliario; pero ahora que el Estado ha sido reconocido como único y legítimo propietario de forma definitiva, lo que procede es que el Ministerio Público persiga sanción penal contra esas personas. 

El resumen de todo lo anterior es que este país es posible, cuando hacemos de lado diferencias y nos unimos por una misma causa: sociedad, prensa, gobierno, oposición. Lo que parecía imposible, se hace realidad.

No insulté a un funcionario para reclamar, no hice amalgamas, solo presenté argumentos y cuando se me pidió explicar, en vez de ofenderme creyendo tener la verdad absoluta, expliqué y respondí, y escuché. 

Que este caso sirva de ejemplo para encaminar decenas de metas que tenemos como país y que no hemos podido lograr por atrincherarnos a decirle barriga verde al contrario. Convencer, argumentar, gritar sin descanso, unir, esa es la clave.

Y no, el triunfo no es mío y nunca lo ha sido: el triunfo es primero de cada dominicano, y luego de cada una de las personas que con  su esfuerzo ayudó a hacerlo realidad. Quiero hoy traspasar cada palabra de cariño y agradecimiento a ellos, a todos los que he mencionado aquí y a los que por inadvertencia he olvidado tal vez.

Mi mamá les agradece haber ayudado a su muchachita a terminar lo que ella tuvo – sin querer – que dejar a medio talle.

Y esa muchachita que soy yo, carpetosa, peleona y mandona, les agradece haberme permitido cumplir mi promesa – que creía imposible – a mi mamá.  Sola, jamás habría dado ni un solo paso. Les estaré eternamente agradecida.