Del mismo que los representantes de Riceland, una de las mayores cooperativas arroceras de los Estados Unidos, tardaron 22 meses esperando respuesta del gobierno dominicano para iniciar aquí un centro de redistribución de alimentos, comenzando por el arroz, en este medio nos hemos quedado esperando una respuesta del gobierno, explicando las razones por las que rechazaron esa inversión extranjera.
Panamá aceptó la propuesta tan rápido como le llegó, y desde allí esa empresa comenzará a operar. No se puede alegar que la empresa afectaría la producción nacional arrocera, porque la República Dominicana no era el objetivo de ese consorcio, sino abaratar costos con una mano de obra más barata.
Nadie del gobierno ha querido dar explicaciones sobre este tema, y se han publicado informaciones abundantes sobre la naturaleza de la operación.
Pensemos, sin embargo, que los arroceros que rechazaron la idea, por legítima sospecha, temían razón. Aún así, era necesaria una respuesta del gobierno, en aras de la transparencia y de los decires, que son muchos, sobre negocios colaterales, autorizaciones de importaciones y muchas otras especulaciones. Podrían ser falsas, y tal vez lo son, pero precisamente por eso es necesario que alguien del gobierno explique por qué razón fue rechaza la inversión de Riceland en la República Dominicana.