El gobierno debe revisar los criterios que está utilizando para poner en marcha el plan de seguridad ciudadana.

No se trata de la seguridad del Estado, sino de la seguridad de las personas. No se trata de militarizar las ciudades y de hacer retenes en plena ciudad, y a cada momento detener vehículos en las calles, como hacen ahora, sino de facilitar a los ciudadanos su circulación, pero que no haya delincuentes asaltando y persiguiendo a hombres de trabajo.

Tampoco se trata de que la Policía Nacional decida asesinar a los supuestos delincuentes, y considerar que los pobres son los delincuentes y salir a matar pobres, solo por su condición social o por el sitio donde viven, para acabar con la delincuencia.

Las causas de la delincuencia son muchas, y sobre ellas hemos hablado en varias ocasiones. Se trata de atacar las razones de la marginalidad, de la pobreza, del desempleo, de la falta de oportunidades. De poner fin a la enorme distorsión que existe en la sociedad dominicana: las autoridades parten del criterio de que el rico es serio, y por tanto no delinque, y de que el pobre es un sinverguenza, y por tanto un potencial delincuente o asaltante.

Hay que cambiar la visión del gobierno. No es la solución militarista la que debe darse al problema de la falta de seguridad de la ciudadanía. Hay que darle una solución integral, que coloque incluso a la comunidad como parte de la solución.

Sobre este tema hablamos en este editorial: