Celso Marranzini, vicepresidente ejecutivo de la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales, se metió en camisa de once varas al asumir la responsabilidad de dirigir la empresa estatal rectora del sector eléctrico nacional.
Desde principios de los años setenta el sector eléctrico del país ha vivido en crisis. Unas veces crisis de generación, otras crisis de distribución, casi siempre crisis de cobro de la energía que distribuye y siempre crisis financiera.
El Estado Dominicano no ha sido capaz de resolver el problema eléctrico dominicano, y en vez de despolitizar tanto como fuera posible ese servicio con todas sus consecuencias, en los últimos años se formalizó el subsidio generalizado y es un hecho que la gente no quiere pagar la luz, que quienes la pagan en realidad sobrepagan el servicio y que el las instituciones estatales ha habido un pillaje con el dinero destinado al sector eléctrico.
Celso Marranzini llegó a la posición por petición del presidente Leonel Fernández. Celso no es un político en busca de un cargo para enriquecerse. Ha sido un empresario exitoso y reconocido, fue presidente del CONEP y conoce muy bien todo cuanto ha ocurrido en el ámbito público energético.
Al llegar a la posición en agosto del 2009, Celso Marranzini quiso aplicar los criterios de racionalidad aprendidos en el sector privado y en la dirección de sus empresas para ahorrar una gran parte de la tajada que ser repartía para beneficio de unos cuantos privilegiados. Encontró la rabia y la oposición de los privilegiados, que aún todavía no le perdonan sus recortes, sus decisiones de cautela con el manejo de los recursos públicos ni los recortes de facturas y de personal que aplicó en la CDEEE.
Quienes han dado seguimiento al sector eléctrico saben que muchas cosas han cambiando, pues se trata de aplicar el mismo rasero para todo el mundo. No es una cuestión de favorecer a los políticos del gobierno y desfavorecer a los de la oposición.
Por su conducta personal, por los criterios que tiene, por la transparencia con que se ha manejado la empresa CDEEE, hay que reconocer que se trata de una de las que más brilla en la oferta de informaciones, en la exposición de los temas ante la opinión pública, y que el mismo vicepresidente ejecutivo es una de las personas más accesibles.
Por los datos que hemos recibido, documentados en contratos, acuerdos y certificaciones oficiales, no es razonable denigrar ni ofender, en la forma en que algunos lo han hecho, contra Celso Marranzini. Cualquier ciudadano puede tener diferencias con un funcionario o con el mismo Celso, pero su conducta ha sido siempre clara. Celso puede ser alguien de derecha, podría tener un sesgo muy empresarial en su gestión, pero no puede ser tildado de corrupto, de borrar deudas propias en la empresa que dirige o de favorecer a familiares o amigos.
La responsabilidad de los medios y de los profesionales del periodismo debe ser reconocer los errores cuando se cometen. El error es una variable posible en cualquier información. Y quien tiene disposición de enmendarlo, si lo reconoce, podría incluso fortalecerse en su imagen. Celso Marranzini ha pedido que quienes lo acusan y lo señalan en forma soez rectifiquen las imputaciones que le han formulado. Es un derecho que tiene, porque él como persona y como funcionario público debe defender su honra.
No se trata del reconocido derecho de réplica, sino del derecho a la rectificación. Toda persona que formula acusaciones contra otra, sin poder demostrar sus imputaciones, tiene derecho a reconocer que se equivocó, para evitar un juicio penal. Es lo que está solicitando Celso Marranzini, y tal vez sería lo mejor en este caso.
Para los políticos cuando alguien les acusa y lanza diatribas en su contra, que dañarían su honor y credibilidad, es algo que pasa y se olvida. No tiene consecuencias. Pero si se trata de una persona que ha hecho fortuna con su trabajo, que depende su honra para seguir realizando negocios dentro y fuera del país, con un historial como el de Celso Marranzini, la situación es diferente. Está obligada a acudir a los medios que le otorga la ley para resarcir su honor y credibilidad.
La participación de Marranzini en el sector público ha debido ser una experiencia dolorosa y traumática. Varias de sus empresas han pasado a ser conducidas por personas designadas por él, para dedicar casi todo su tiempo a encabezar una iniciativa público en un sector tan enmarañado y traumático como el sector eléctrico.
Desde aquí le damos nuestro ánimo para que siga adelante, y que no permita que estos choques perturben su interés en tratar de arreglar, como lo sea posible, los enredados conflictos y problemas del sector eléctrico nacional.