Con los ojos azorados y con una sonrisa picaresca, contagiosa, carismática, Raudy Torres profanó la pobreza con la alegría, los barrios y las calles populares de Santiago de los Caballeros.
Decidió trascender, sin dejar de ser esencia popular, con su arte, sus conocimientos y su creatividad. Se graduó de abogado y diseño de interiores en la Madre y Maestra. Y se fue a Paris a estudiar gastronomía, graduándose de Chef Internacional, terminando como productor y conductor de televisión.
A pesar de esos éxitos, los humos no se le fueron a la cabeza, su humildad era su orgullo, donde sus éxitos artísticos y profesionales los compensaba con su pasión por el carnaval. Su catarsis se transfirió para el personaje del Robalagallina que sobredimensionó y revalorizó, creando una versión nueva en la magia de la fantasía, sin que perdiera su originalidad e identidad popular.
Raudy creo un personaje trascendente, carismático, único e irrepetible, de dimensiones nacionales e internacionales. Participé con él en el Festival del Caribe, en el Desfile Nacional de Carnaval, donde fue Rey, varias veces en el carnaval de La Marina de la Romana, de Santiago y de Navarrete. Incluso hay una fotografía de él como Robalagallina en el Aeropuerto Charles de Gaulle en Paris, Francia.
Fue el Chef preferido por los ricos de Santiago y su casa era un encuentro con el pueblo a nivel gourmet. Cada día, el almuerzo estaba previsto para diez y quince personas sin invitados. Todo el que llegaba, compartía el almuerzo con él, debajo de una mata de mango, que era su pasión.
Fue un ser humano excepcional, solidario, desprendido, sincero, leal y espontaneo. Como artista de la gastronomía y del carnaval fue extraordinario. Sin dudas, un ícono del carnaval, un patrimonio nacional y un orgullo santiaguero.
Hace apenas unos días, su último homenaje fue una novedosa exposición del artista visual Tony Matías en la Sala Yoryi Morel del Centro de la Cultura. Para que no se olvide, merece que se le dedique el carnaval de Santiago y el Desfile Nacional el próximo año, hacerle una estatua en el paseo del Monumento, que la Alcaldía le dedique una calle y que su casa sea convertida en el “Museo Raudy Torres”.