Este es un país especial. Cuando nos empleamos con un tema, lo perseguimos hasta las últimas consecuencias, siempre que no haya forma de tocar a sectores de poder. Eso lo que pasó con el caso Figueroa Agosto. El Ministerio Público se empeñó en que el caso quedara con los imputados conocidos y que no se interrogara a nadie más, aunque las evidencias así lo demandaban.

Recientemente un embajador dominicano fue vinculado al tráfico de drogas, y dos personas dependientes suyo, en un vehículo oficial, fueron sorprendidos tratando de entrar al país, desde Haití, 464 libras de marihuana. Los apresados dijeron que esa era una carga propiedad del embajador Ramón Ernesto Lora Arias, vinculado al Partido Reformista Social Cristiano y estrechamente relacionado con el canciller Carlos Morales Troncoso. Vínculos políticos.

El embajador adscrito a la cancillería tomó la de Villadiego y jamás se ha sabido de su paradero. Es seguro que las autoridades del Ministerio de Relaciones Exteriores saben donde se encuentra hospedado, lo mismo que las autoridades del Ministerio Público. Y nadie hace nada para apresarlo, y que el imputado rinda cuenta no solo por la droga que fue encontrada en su vehículo, sino por las posibles otras encomiendas que realizó en el pasado.

Se trata de un funcionario público que utiliza sus funciones para traficar con drogas, que puso en manos de asistentes vehículo oficial, placa oficial de diplomático, armas de fuego, para trasegar drogas con impunidad. Se supone que en este caso debe haber tanto empeño como el que fue puesto para apresar a Sobeida Morel Féliz, quien era apenas un peón de una red mayúscula.

La Cancillería dominicana ha guardado silencio con este caso. Es extraño, porque se trata de un funcionario relevante, embajador, que ha engañado a las autoridades de Haití y a las dominicanas. ¿Tiene otras conexiones? ¿Forma parte de una red de traficantes? ¿Cuántos kilos de marihuana ha trasegado en todo el tiempo que tiene realizando estas labores? ¿Hay otro tipo de droga en el negocio?

Son muchas las preguntas que podrían ser respondidas si este personaje de la política y del Ministerio de Relaciones Exteriores fuera capturado e interrogado profesionalmente, como merece. Sin embargo, es probable que nunca aparezca, y que tampoco las autoridades se interesen en obtener más datos sobre las actividades delictivas involucradas. ¿por qué ese comportamiento? Si alguien tiene alguna respuesta, que la sugiera por lo menos.

Después de aquel hallazgo, y de la información de que Ramón Ernesto Lora Arias estaba prófugo, nadie ha dado seguimiento, ningún fiscal ha indagado el paradero, ni han hablado con Cancillería. Estarán a la espera de que el caso se olvide, y que de ese modo Ramón Ernesto Lora pueda volver a sus actividades cotidianas.

Ni siquiera los medios de comunicación se han interesado en dar seguimiento al paradero de este diplomático dominicano.