El cambio de autoridades del sector salud podría representar un ánimo para que todas las instancias del Estado se pongan al unísono en el trabajo de mejorar las condiciones de salud de la sociedad dominicana, en especial de los grupos más vulnerables.

La muerte de cientos de niños en el Hospital Infantil Robert Reid Cabral, que pudieron salvar sus vidas si el centro recibiera los fondos y la supervisión adecuada, son apenas un ejemplo de las tareas que tienen por delante las autoridades. Altagracia Guzmán Marcelino, la nueva ministra de Salud, ya ocupó la misma posición en la gestión del doctor Leonel Fernández y es alguien que conoce el sector público, el sector salud y que sabe cómo buscar soluciones.

Hay una Ley General de Salud que aporta todas las prerrogativas al Ministerio para desarrollar su función de rector y prestador de servicios. Hay también una Ley General de Seguridad Social, que tiene elementos de apoyo para el sector salud.

Como parte del nuevo entramado legal del desarrollo dominicano, existe también la Ley de Estrategia Nacional de Desarrollo, asumida como prioritaria por el presidente Danilo Medina, que dice expresamente que para el 2015 al sector salud le corresponde el 2.8% del Producto Interno Bruto. En el presupuesto para el 2015 apenas se contempla el 1.5% del PIB para salud, unos 60,949 millones de pesos. Y más grave todavía, el 26% de los ingresos de salud está supeditado a empréstitos y donaciones, lo que quiere decir que probablemente no representa ni siquiera el 1% del PIB, del 2.5% que le asigna la Ley Estrategia de Desarrollo Nacional.

En lo que va de año, en la ejecución presupuestaria de los 55 mil millones asignados en 2014, ya se evidencia una desviación entre lo planificado y lo ejecutado de un 8% aproximadamente, como consecuencia de los acuerdos de préstamos y donaciones que no se han ejecutado.

Para que haya “salud para todos”, como plantea el lema de la OMS y que asume el gobierno, hace falta cumplir con los recursos comprometidos en la ley Estrategia Nacional de Desarrollo. Si Educación tiene el 4% salud debe tener el 2.5%. Así de simple, y que el gobierno baje los gastos burocráticos y las inversiones superfluas. Solo de ese modo no se repetirá lo del Robert Reid Cabral.

Pero hay otros problemas:

1 No hay "salud para todos". Los servicios de salud solamente llegan a una relativamente pequeña proporción de los habitantes de esta media isla, especialmente a los que disponen de más recursos económicos.

2 Relacionado a lo anterior, el ineficiente sistema de seguridad social, en especial

el ineficiente Seguro Familiar de Salud. Allí solamente funciona a medias el Régimen contributivo que garantiza la rentabilidad de las ARS y no necesariamente la salud colectiva.

3 Los servicios básicos (agua potable, desechos sólidos, manejo de excretas y aguas negras, etc.) no cubren a toda la población dominicana.

4 El sistema de salud dominicano no tiene capacidad para enfrentar efectiva y eficientemente las enfermedades infecto-contagiosas (como lo demuestran los hechos).

5 No se cuenta con un plan estratégico inteligente y racional para hacer frente al aumento de las enfermedades crónicas y degenerativas, que por la composición demográfica, social  y epidemiológica del país, aumentarán sus frecuencias.

6 No hay una clara separación de funciones en el sistema de salud dominicano, donde el Ministerio de Salud Pública no asume su rol de rector o lo hace de manera muy tímida.

7 Prima el clientelismo político en la contratación y mantenimiento de los funcionarios del Estado con capacidad de tomar decisiones en el sistema de salud. Esta situación se ha ido agravando desde el año 2008, se han ido creando "isla de poder" dentro de la administración pública que tienen que ver con la salud y la estructura estatal se ha hecho torpe e ineficiente.

8 Particularmente, en el Ministerio de Salud Pública, en vez de tener lugar la des-concentración en la toma de decisiones, se está produciendo su concentración en determinadas "personalidades".   La supervisión, monitoreo y evaluación objetivas son prácticamente inexistentes. La incapacidad e ineficiencia de la estructura de toma de decisiones para dar respuesta a los principales problemas sanitarios, hace urgente una re-ingeniería del Ministerio.

9 Lo anterior repercute en la calidad del desempeño del Ministerio en diferentes ámbitos.

10 Es muy pobre la calidad de los servicios que brindan los hospitales públicos a la población, lo cual se refleja en la atención que recibe la población pobre del país. Además no hay una estructura para supervisar, evaluar y corregir los servicios privados de salud.

11 Actualmente no existe un sistema de información único y efectivo para la vigilancia de la salud pública. Esto determina que las decisiones que afectan la salud pública se tomen "a ciegas".

12 El financiamiento del sector salud es muy pobre, como hemos señalado. Creemos que si no se corrigen los males antes señalados, se le podría dar "todo el dinero del mundo" al sector salud sin tener resultados que realmente beneficien a la población.