La asunción del arquitecto Andrés Navarro García como nuevo Ministro de Relaciones Exteriores, y desde el momento que se conoció su designación, la gente se pregunta sobre su experiencia administrativa y sobre su capacidad para manejar uno de los ministerios más importantes del gobierno.

Es el primer peledeísta al frente de Relaciones Exteriores, y de paso se le atribuye la vocación de “danilista”, pese a ocupar una posición técnica por varios años en el Ayuntamiento del Distrito Nacional, encabezado por un “leonelista”.

Pero más allá de lo que supone el reforzamiento del “danilismo” a nivel del Estado, con justa razón, hay que preguntarse qué se propone el nuevo Ministro: ¿reformar una de las maquinarias más oxidadas del Estado o relanzar la política exterior dominicana?

La experiencia laboral del arquitecto Andrés Navarro García no lo consigna especialmente como un reformador.

Como miembro del Consejo Nacional de Asuntos Urbanos (CONAU) en el período 1996-2000 y director de Planeamiento Urbano (2002-2005) del Ayuntamiento de Santo Domingo, ha sido ante todo un director de proyectos  y un administrador, que ha tenido que lidiar con las muchas veces desafortunadas acciones del Alcalde Roberto Salcedo, con quien, según él, siempre ha mantenido relaciones “muy estrechas”.

De su paso por el Programa de Apoyo a la Reforma del Estado (PARME) de la Unión Europea, del 2005-al 2008, donde laboró como director adjunto, bien podría ampararse para proceder a una verdadera reingeniería de las estructuras de Relaciones Exteriores.

Los intereses creados en esta institución, sin embargo, ya se han establecido como un fenómeno casi estructural.

A pesar de los Objetivos del Milenio y del apoyo de la ONU y la Unión Europea para impulsar el desarrollo institucional del Estado Dominicano, el Ministerio de Relaciones Exteriores, y pese a su importancia, siempre se ha considerado como uno de los últimos estamentos de los sectores más tradicionales.

Al comparar los apellidos que han campeado por sus predios en los últimos 70 años, se observará un núcleo impermeable a partidos, presidentes, programas, políticas, como si se tratara de una verdadera “raza de diplomáticos”.

Al nepotismo se le agregan los puestos que operan como becas o jubilaciones, de personajes célebres de la farándula, como si el Estado no contara con un programa de pensiones para este tipo de artistas.

Pero la hipertrofia de la empleomanía si bien es un gran problema, no es el único. También está el de temas tales como control, fiscalización, programas y seguimientos de nuestras representaciones diplomáticas, para los que no hay ningún concepto.

Cada Embajada y cada Consulado es un mundo aparte donde el embajador y el cónsul son ley, batuta y constitución. Todo comienza con el sensitivo tema de la distribución de los recursos.

En lugar de fiscalizar desde Santo Domingo temas tales como alquiler y contratos de personal administrativo, a los embajadores se les entrega un cheque para que resuelvan todos los temas, desde el mantenimiento, la limpieza, hasta el de las posibles actividades culturales. Lo que es la visión de los empleados desde Santo Domingo –cada quien cumpliendo sus funciones-, en las embajadas y consulados a veces es totalmente otro: son peones del jefe de turno, sin capacidad de interpelación, cumpliendo en muchas ocasiones un papel de trabajador personal y no de empleados del Estado.

Debido a esa lógica de acumular la mayor cantidad de dinero en el menor tiempo posible, nuestras embajadas en general no reportan en los últimos diez años ni siquiera fiestas de independencia, ni encuentros con la comunidad dominicana en el exterior. Salvo los casos de nuestras representaciones en Francia y en la India, el resto de nuestras embajadas hacen mutis de lo que son actividades sociales, actos que para otros países se convierten en verdaderas bolsas de contactos para negocios e intercambios.

Luego, está el tema de los convenios. ¿Dónde están los tratados bilaterales en materias de economía, energía, inversiones, cultura? ¿Alguien ha evaluado el impacto de los acuerdos alcanzados vía Ministerio de Relaciones Exteriores? ¿Dónde está la función retroalimentadora de Exteriores en relación a Educación Superior, Energías, Comercio?

Como reformador, al nuevo ministro Navarro García le tocaría hacer lo que realmente nunca se ha hecho: convertir a Relaciones Exteriores en un ente moderno, eficaz.

En cuanto a relanzar la política exterior, lo que hereda de su predecesor Carlos Morales Troncoso – las buenas relaciones con los sectores conservadores internacionales-, sería sólo un aspecto que podría funcionar si es que lo vincula a un concepto reciente: el de convertir a la República Dominicana en espacio de diálogo, aumentando nuestro peso en el contexto caribeño, dada nuestra posición geopolítica.

Hay que comprender que República Dominicana es esencialmente un país caribeño situado en una zona de frágiles efectos de dominó. Aquí todo está a un mismo nivel de importancia: las relaciones con Haití, la relación del Caricom y sus mercados internos, el seguir contando con el petróleo venezolano, el relanzar nuestras relaciones con países claves como Jamaica y Trinidad-Tobago.

¿Reformador o relanzador? Este será el gran reto del Ministro Andrés Navarro García.

Como buenos dominicanos que tratamos de ser, le deseamos éxito, y le recordamos las palabras de Danilo Medina Sánchez, cuando asumió como presidente en agosto del 2012:

Como prometimos en la campaña, nuestros recursos humanos en el servicio exterior habrán de convertirse en agentes de oportunidades para todas las áreas enunciadas.

Esto conlleva una reestructuración del Ministerio de Relaciones Exteriores que incluya la institucionalización, profesionalización y racionalización del servicio exterior dominicano.

Merece especial atención para nosotros la relación armoniosa con nuestro vecino país Haití, con quien trabajaremos de inmediato en el inicio de la propuesta para la firma de un acuerdo de libre comercio.

No podemos olvidar que se trata de nuestro segundo socio comercial más importante.

Perseguiremos sin descanso los hechos de corrupción de funcionarios y militares responsables de aplicar las medidas migratorias y aplicaremos todo el peso de la ley a quienes sean encontrados responsables de trata y tráfico de personas.

Hermanos dominicanos que viven en el exterior, pueden estar seguros, yo también seré su Presidente y velaré por sus necesidades.

Crearemos el Instituto de los Dominicanos en el Exterior, tal como lo prometí en campaña, para estar más cerca de las necesidades de nuestros compatriotas residentes fuera de nuestro territorio.