Jean Alain Rodríguez, como político y como funcionario, está obligado a sacar conclusiones de su última participación en el Consejo Nacional de la Magistratura. Y si lo entiende, comenzar por rectificar.

No se recuerda en ese organismo un acontecimiento de la trascendencia que ha tenido este ataque del Procurador General de la República contra Miriam Germán Brito, una jueza de la Suprema Corte de Justicia, que estaba en evaluación para ser ratificada o no en la posición que ocupa, como parte de una carrera en el poder judicial que tiene más de 40 años.

Desde los famosos reclamos de Héctor Rafael Peguero Méndez, entonces presidente de la Cámara de Diputados y miembro del CNM al presidente de la Suprema Corte de Justicia, Néstor Contín Aybar, que se escuchaban en todos los rincones del país: ¡Vota Contín!, no se recuerda nada más escandaloso.

La reflexión del Procurador debe comenzar por su propia estrategia de destrucción de la honra de una persona reconocida como honesta e infranqueable, en términos éticos, como Miriam Germán Brito. Debió documentarse mejor, auxiliarse de investigadores más diestros, menos chapuceros, porque no lograron afectar en nada el reconocimiento y la honra de la jueza. Ella pudo turbarse un poco por la magnitud de la afrenta, y por la mención de su hijo como “testaferro”, “interdicto” o “vago”. Cualquiera pierde los estribos en situaciones extravagantes como esas, que a su hijo que no puede defenderse le estigmaticen inmerecidamente con esos denuestos miserables. Los investigadores de la PGR debieron saber de la persona que estaban tratando de dañar, por lo menos eso.

Resulta extraño que el presidente no haya tomado una decisión, ante tantas y tan flagrantes violaciones. Cada quien carga con las culpas por sus omisiones o decisiones.

Lo otro es reconocer que hay personas que por su insistencia en la vida digna, en la sencillez y la humildad, son invulnerables a las maldades, y que es mejor no emprender en camino de la degradación, porque puede resultar contraproducente o convertirse en un boomeran, como ha sido este caso. Al querer dañar a Miriam ha dañado su propia y particular imagen, y de paso ha hecho daño a la imagen del presidente Danilo Medina.

Como Jean Alain Rodríguez es miembro del Comité Central del PLD, es un hombre joven, con fortuna acumulada, y con ambiciones políticas, deberá comenzar por reconocer que este episodio representa un retroceso en la proyección de su imagen como alguien sensible, ser humano, pensante y merecedor de ascender en la aceptación y aprobación popular. Y no es cualquier retroceso: Es que su valoración negativa es muchísimo más grande de lo que él pueda imaginarse. Mucha gente se ha expresado, incluyendo ministras, la vicepresidenta de la República, legisladores, académicos, entidades, iglesias. Lo peor para el señor Rodríguez es que las personas e instituciones que no se han expresado, pero que consideran gravísimo lo que hizo él, son mucho más en número y en representación.

La otra evidencia: Bolivar Sánchez hizo su solicitud de intervención telefónica a Miriam el 24 de noviembre de 2018, pero el ingeniero Richard Molina Ovalles se había suicidado el 15 de noviembre de ese año. Y el único teléfono a intervenir era el de Miriam.

Más grave todavía. Casi de inmediato se descubre, documentado, que la PGR espiaba desde hace tiempo a Miriam Germán en sus comunicaciones. Ilegalmente la jueza de la SCJ era espiada. Colocaron otro nombre para obtener la autorización de urgencia de una jueza que autorizaba intervenir el teléfono de Germán Brito. ¿Es confiable la autoridad que se vale de bajezas como estas para “investigar”? Se trató de una burla a la justicia. Una Burla a las leyes y a la Constitución de la República. Resulta extraño que el presidente no haya tomado una decisión, ante tantas y tan flagrantes violaciones. Cada quien carga con las culpas por sus omisiones o decisiones.

Y peor aún, para insistir en las metidas de pata, la PGR dice que Richard Molina Ovalles, el supuesto delincuente que era investigado por la Procuraduría, había hecho una llamada al teléfono de Miriam Germán, y por eso fue incluido en “la investigación”. Los hechos son los que ponen en evidencia la mentira. No hay evidencia de los actos delincuenciales de este señor, ni hay documentación en la JCE de que se investigara su doble identidad. No hay fichas suyas. Querían espiar a Miriam y han utilizado a un hombre muerto para justificarse.

La PGR no investiga casos criminales ni de narcotráfico, y menos el Procurador General Adjunto, Bolívar Sánchez, quien solicitó la intervención del teléfono de Miriam. Investigan a jueces y a fiscales prevaricadores o acusados de tal cosa, mientras que las investigaciones criminales las realizan las diferentes fiscalías jurisdiccionales. Si es en Ocoa, pues esa investigación corresponde a la Fiscalía de Ocoa, y si es en el Distrito Nacional, corresponde a la Fiscalía del DN. La otra evidencia: Bolivar Sánchez hizo su solicitud de intervención telefónica a Miriam el 24 de noviembre de 2018, pero el ingeniero Richard Molina Ovalles se había suicidado el 15 de noviembre de ese año. Y el único teléfono a intervenir era el de Miriam.

Corresponde una revisión en todo esto, porque el Procurador General de la República no puede permitirse tantos errores a la vez, en un caso, cuando tiene tantos otros acumulados en casos como Odebrecht o los Tucano. Que rectifique. Y que el gobierno también rectifique su política persecutoria contra Miriam Germán Brito, que ya se sabe no está desamparada socialmente.