El presidente Danilo Medina emitió este miércoles el decreto 250-14, mediante el cual promulga la el reglamento de aplicación de la ley 169-14 sobre naturalización y régimen especial para nacidos en República Dominicana inscritos irregularmente.

Es una prerrogativa del presidente de la República, establecida por la Constitución. El director de ética e integridad gubernamental del gobierno, un subalterno del presidente Medina, lo conminó a no firmar ese decreto. El diputado postizo, Vinicio Castillo Semán, amenazó al presidente con dicterios y sandeces, en caso de firmar el reglamento y oficializar el nuevo régimen.

Al presidente se la ha llamado traidor a la patria y al ministro de la presidencia se le ha agredido en forma irresponsable. El gobierno auspició la participación de los más variados sectores en el debate sobre el reglamento. Hasta el pasado lunes se recibieron más de 80 recomendaciones, y hubo debates y discusiones. Un porcentaje de las mismas eran opiniones, y se les tomó el cuenta, pero el reglamento que aprobó el primer mandatario es bastante parecido al que salió del despacho del Ministerio de la Presidencia como propuesta, elaborado por un grupo de juristas de la más alta acreditación profesional, técnica y ética.

Felicitamos al presidente Medina, felicitamos a Gustavo Montalvo, felicitamos al equipo gubernamental que trabajó en el proyecto, que ahora es una realidad. El país hizo bien en salir adelante con la ley 169-14, y ahora con el reglamento de esa ley.

Los grupos ultranacionalistas y recalcitrantes, que metieron al país en camisa de once varas con la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional, apostaban al fracaso del gobierno con este tema. Presionaron tanto como les fue posible, boicotearon las actuaciones del presidente, y apenas se quedaron reivindicando al Danilo Medina de la cumbre del CELAC en La Habana.

En la reunión de la CELAC, en La Habana, al gobernante dominicano le correspondió defender su investidura y la buena imagen del pueblo y del Estado de la República Dominicana ante juicios ligeros y zaharientes externados por otro gobernante. Haciendo honor a su discurso de La Habana,  al promulgar el decreto 250-14, el jefe del Estado tenía la responsabilidad de evitar una violación flagrante de los derechos humanos de miles de dominicanos de ascendencia haitiana que estaban siendo despojados de la nacionalidad, entre otras injusticias, precisamente porque República Dominicana se precia de vivir en estado de derecho, contrario a lo que afirmó el interlocutor del presidente Medina en la reunión de la CELAC.

Las cámaras legislativas aprobaron a unanimidad la ley, pese a las presiones y chantajes de los ultranacionalistas. El gobierno siguió trabajando con el mandato de la nueva ley, pero los grupos recalcitrantes han insistido en nuevas trampas, como este chantaje al presidente Medina para que no promulgara el decreto 250-14.

Como ellos mismos lo dijeron, que renunciarían a la alianza con el partido de gobierno, y que romperían con el presidente Medina, están convidados a marcharse del gobierno, a renunciar ya de las posiciones que tienen en el Estado. Fueron ellos los que prometieron esa decisión. Ahora que se emitió el decreto deben cumplir, si de verdad tienen vergüenza. Que no busquen justificaciones para quedarse cobrando salarios, recibiendo los beneficios de la seguridad del Estado, los guardaespaldas, las ventajas de manejar presupuestos, designar familiares y allegados en las posiciones oficiales, sin concurso público, como está ocurriendo en el Ministerio de Energía y Minas. Que se vayan y dejen al gobierno seguir con su política de relaciones con Haití, de reconocer a los dominicanos de ascendencia haitiana, y que no sigan estorbando las actuaciones del gobierno del presidente Medina.

Eso es lo que esperamos de la dirección del grupúsculo llamado Fuerza Nacional Progresista, que encabeza Vincho Castillo, y que integran sus hijos y nietos, pues fueron ellos quienes prometieron irse. Hay que esperar que este jueves convoquen ya la rueda de prensa, como les gusta hacer, para anunciar que se van del gobierno como prometieron. Y que les vaya bonito, como dice el bolero mexicano.