La rendición de cuentas del presidente Danilo Medina, que será mañana sábado a partir de las 10 de la mañana, en el Congreso Nacional, es una oportunidad para cumplir con el precepto constitucional, en su artículo 128, letra f, sobre la facultad del Poder Ejecutivo, para depositar ante el Congreso Nacional, al iniciarse la primera legislatura el 27 de febrero de cada año, las memorias de los ministerios y rendir cuenta de su administración del año anterior.

Sin embargo, como estamos en un año electoral, con reelección presidencial incluida, existe la tentación de que tanto el Poder Ejecutivo como los propios legisladores entiendan que esta es también una oportunidad para promover las aspiraciones de quienes postulan por cargos nuevamente, incluyendo al presidente de la República.

Danilo Medina hizo una campaña electoral prometiendo hacer lo que nunca se había hecho. Pocos presidentes han resistido la tentación de utilizar el podio de la Asamblea Nacional, reunida para recibir las memorias del gobierno, como una plataforma para la promoción política.

Muchos de los que han ocupado la presidencia de la República ni siquiera se ocuparon de dar cuentas de sus actuaciones en el gobierno, sino que sencillamente aprovecharon el 27 de febrero para lanzar discursos promocionales de campañas presidenciales, para anunciar sus planes para los próximos años, y de paso aplastar cualquier intento de sus adversarios de dar a conocer sus programas e intenciones de gobierno.

Danilo Medina lo explicó con detalles en una ocasión, cuando dijo que la reelección era un fardo pesado en una democracia de débil institucionalidad como la dominicana, y que los presidentes tenían tanto peso que dominaban las leyes y las disposiciones que buscaban igualdad de condiciones para los postulantes a la presidencia de la República.

Este 27 de febrero es una oportunidad para hacerlo de manera diferente. Nuestro deseo es que el presidente Medina sea el estadista que ha sido, y que prometió ser con tanta vehemencia, evitando el uso de las instalaciones del Congreso Nacional para la promoción de sus aspiraciones.

Ya tuvo oportunidades brillantes en el lanzamiento de su candidatura presidencial por parte del Partido de la Liberación Dominicana, y por parte de numerosas organizaciones políticas que lo proclamaron también, y de ofrecer las promesas para un próximo período presidencial.

La historia dominicana tiene ejemplos de sobra de los presidentes que han abusado del poder, que han llevado al país a la disyuntiva de seguir la legalidad o de torcer hacia la voluntad del que manda, entorpeciendo de ese modo el desarrollo democrático de las instituciones públicas y privadas, incluyendo los partidos políticos.

Nuestro deseo es que esta vez el 27 de febrero, y la rendición de cuentas del presidente que aspira a la reelección, sea diferente.