De nuevo, la República Dominicana ha quedado mal en la reconocido prueba PISA, que a nivel internacional, mide la calidad de los sistemas de educación.
Los estudiantes dominicanas, según la más reciente prueba PISA, tienen un muy bajo nivel de competencia en lectura, matemáticas y ciencia.
La prueba PISA es una iniciativa de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
República Dominicana quedó en último lugar en matemáticas y ciencia, y penúltima en lectura comprensiva.
Ya hay voces casi celebrando los malos resultados y afirmando que es una prueba de que no era necesario destinar más dinero a educación.
En toda América Latina el 79 % de los estudiantes tiene un bajo nivel de competencia en lectura, matemáticas y ciencia.
Son resultados que deben motivar la reflexión de toda la sociedad dominicana, especialmente del Estado, que es el principal responsable de garantizar una educación de calidad y al alcance de todos y todas.
Pero hay que tener cuidado. Porque los resultados de la prueba PISA nos estén dejando mal parados, no quiere decir que debamos retroceder en cuanto al porcentaje del PIB que se invierte desde el Estado en educación.
Ya hay voces casi celebrando los malos resultados y afirmando que es una prueba de que no era necesario destinar más dinero a educación.
Argumentar que, debido a los bajos niveles de competencia que todavía tienen nuestros estudiantes en las materias básicas, ha sido un error cumplir con la ley que ordena especializar el 4% del PIB para educación, es un argumento falaz.
Es necesario investigar con seriedad dónde está el problema, qué nos falta, qué debemos de fortalecer en nuestro sistema educativo. Experiencias y ejemplos hay en países que lograron salir de los peores niveles de eficiencia educativa y colocarse en los primeros lugares. Tenemos profesionales del más alto nivel, especialistas en educación, que pueden hacer una labor seria para ayudar a detectar los problemas y hacer las recomendaciones pertinentes.
Es urgente buscar soluciones, pero no retrocediendo. Eso nunca. Tampoco acomodarnos en justificaciones.