Si en estos momentos se estuviera celebrando en la República Dominicana un concurso para premiar la más grande estulticia política, nadie discutiría quién sería el ganador.
El merecedor de tan alta distinción, sin ninguna duda ni discusión, sería el genio que ordenó reprimir y apresar a los ciudadanos que querían protestar pacíficamente frente a la Procuraduría General de la República, en un campamento de vigilia a la espera de que las autoridades den a conocer la lista de los funcionarios dominicanos implicados en el caso de corrupción de la Odebrecht.
Pero el autor de tan brillante idea no se conformó con que se reprimiera a los jóvenes del campamento y se los apresara, sino que ordenó que se arremetiera a bombazos contra los diputados que acudieron a la Procuraduría a investigar los sucesos y a velar por los derechos de los detenidos.
A los temerosos -que ven en cualquier ejercicio de disidencia cívica o política planes sediciosos y conspiraciones- es necesario recordarles que en un Estado de derecho, en una democracia, la autoridad es esencialmente civil, no militar, paramilitar ni policíacomilitar.
¡Excelente imagen de un país democrático! De seguro que el presidente Danilo Medina felicitará y condecorará al sabio funcionario que concibió tan brillante idea en apoyo a su gobierno
Que recuerden también que en la democracia representativa el Legislativo es el principal de los tres poderes del Estado.
En democracia nunca funcionarios militares o policiales, ni ministros pueden imponerse de manera arbitraria sobre los legisladores, depositarios del mandato del pueblo.
Esta violencia desproporcionada contra ciudadanos comunes y contra legisladores se mostraban al mundo al unísono con una reunión internacional que se celebra en la República Dominicana: la XXXIV Conferencia Internacional para el Control de Drogas.
¡Excelente imagen de un país democrático!
De seguro que el presidente Danilo Medina felicitará y condecorará al sabio funcionario que concibió tan brillante idea en apoyo a su gobierno.