La reforma del actual Departamento Nacional de Investigaciones (DNI) anunciada por el Poder Ejecutivo se recibe con beneplácito, habida cuenta de que la agencia rectora del sistema nacional de inteligencia se ha llegado a implicar en acciones retorcidas y denigrantes.
Desde involucrarse en pinchazos telefónicos hasta inmiscuirse en intimidades más propias del chismorreo que de una verdadera labor investigativa, el DNI asumió una celebridad poco menos que triste, mientras su eficacia no superaba el impacto morboso de una novela rosa de muy mala calidad.
De las consideraciones generales del proyecto de ley sometido por el presidente de la República se infiere que el futuro Departamento Nacional de Inteligencia deberá operar con criterios más cercanos a la institucionalidad que le confiere la Constitución. Así, pues, su proceder deberá estar enmarcado en el respeto a los debidos procesos y al respeto irrestricto a los derechos fundamentales.
El país aguarda a que con esta pieza legislativa remitida al Senado quede sepultada para siempre un desempeño represivo y politiquero que afeaba la imagen del Estado mismo
Todo Estado precisa de un sistema de inteligencia capaz no sólo de proteger su estabilidad y afrontar amenazas a su seguridad, sino también preparado para lidiar con la creciente modernización del crimen organizado. Para ello es indispensable, sin embargo, que ese órgano esté dotado de principios, herramientas y profesionales a tono con estos tiempos.
Atrás ha de quedar esa imagen del DNI metiche y repartidor de carnés a maleantes de toda laya. El nuevo DNI-que debió cambiar sus siglas para no recordar el que debe quedar en el olvido-ha de ser un idóneo defensor del Estado y no de poderosos taimados que otrora lograron procurarse un manto de conveniente protección a sus fechorías.
El país aguarda a que con esta pieza legislativa remitida al Senado quede sepultada para siempre un desempeño represivo y politiquero que afeaba la imagen del Estado mismo.
Confiamos en que esta iniciativa del presidente Abinader para reformular el sistema de inteligencia nacional sea el inicio de una reestructuración total de un organismo que en el pasado sirvió para causas indignas, poco provechosas y nada inteligentes.