El malestar que hay en la Junta Electoral de Santiago se siente a leguas, y no puede servir de consuelo a nadie que en la segunda ciudad más importante del país, electoralmente hablando, el tribunal responsable de organizar las elecciones esté metido en el embrollo en que se ha metido la JE de Santiago.
La competencia de la Junta Central Electoral es suficiente para que en poco tiempo, desde que surgieron los conflictos, le pusieran fin. Y no lo hizo. Es más, se supone con posterioridad que el miembro titular de la JE de Santiago, Franklin Rosa, fue expulsado por decisión del presidente de la JCE, Roberto Rosario, atendiendo supuestamente a una petición que hizo el Partido de la Liberación Dominicana.
La acusación contra Franklin Rosa, sin que se presentaran pruebas, era que estaba identificado con el Partido Revolucionario Dominicano. Esa no es una excusa, si tomamos en cuenta que el propio presidente del organismo, Roberto Rosario, es miembro del PLD, lo mismo que Rosario Graciano, y que César Féliz Féliz, que es del PRSC, y Eddy Olivares, que es del PRD. El otro caso es el del licenciado José Angel Aquino, que es filopeledeísta, porque corresponde en todas sus actuaciones con los intereses de ese partido, aunque no se le conoce militancia partidaria.
La salida del señor Rosa a la JES produjo la renuncia del señor Nicolás Cantizano, el segundo de los cinco miembros que se desliga en pocos días, y lo que refleja una especie de desmembramiento del organismo electoral en Santiago. Claro, el presidente del tribunal en Santiago, locutor Haime Thomás Carela Frías, niega la crisis.
Haime Thomás, además de presidente de la JES, es propietario de una empresa de comunicaciones y relaciones públicas, y su esposa, la locutora y presentadora Brenda Sánchez, brinda servicios de maestrías de ceremonias. Y acaba de ofrecerlos nada más y nada menos que el domingo, al Partido de la Liberación Dominicana, en la proclamación de la candidatura vicepresidencial de la primera dama Margarita Cedeño de Fernández. La política es una materia muy compleja y en este caso ha reaccionado el principal partido de oposición, el Revolucionario Dominicano, que ahora pide la renuncia o cancelación de Haime Thomás, por entender que el vínculo comercial es además político, y que el tribunal de Santiago está enteramente en manos del PLD.
No es convincente la respuesta de Haime Thomás, en el sentido de que si el PRD solicita los servicios de su esposa ella los prestaría. La locución y la maestría de ceremonias no son materias ajenas a los sentimientos y a las lealtades. A menos que haya tradición en el servicio, como bien plantea la Biblia, a Dios y al diablo.
Los simbolismos influyen. Brenda Sánchez es una locutora cotizada, bien situada, que no tiene necesidad de cobrar por actividades como esas. Es probable que no haya cobrado un centavo al PLD por estar allí, ataviada de morado como se muestra en las fotografías, luciendo hermosa y complacida por encontrarse en el acto que concentró la atención del poder político en el país el pasado domingo.
Más que Haime Thomás, o Brenda Sánchez, el tema ahora corresponde a la Junta Central Electoral, que debe procurar que las personas que designa en funciones de organización de las elecciones ofrezcan su servicio con lealtad e independencia y que no parezcan y luzcan parcializados, como Franklin Frías o Branda Sánchez, o como el propio presidente de la JCE, Roberto Rosario.
La JCE está obligada a remozar la JES y a restablecer la credibilidad en ese organismo electoral, que como quedó demostrado en los datos de la última encuesta Gallup, su credibilidad se ha reducido a menos de la mitad de los dominicanos.