¿Escuchan los políticos dominicanos? ¿Tienen capacidad de colocar sus oídos en el corazón del pueblo, como dicen con frecuencia en las campañas electorales? ¿Y los funcionarios, escuchan las quejas o sugerencias que se les hacen, para mejorar su eficacia en las posiciones del Estado?

Aunque podrían lucir tontas, estas preguntas tienen difíciles respuestas para quienes ocupan las posiciones de mando en la actualidad. Algunos dirán que sí ponen atención a lo que el pueblo demanda, sea mediante marchas, cartas o huelgas. Otros dirán que la única vez que el pueblo habla es cada vez que va a las urnas y elige a sus autoridades. El pueblo no habla sino a través de las elecciones o cuando es convocado a alguna consulta por los mecanismos establecidos mediante la Constitución con ese propósito.

Se puede argumentar que quienes demandan, exigen, marchan o reclaman se encuentran en la oposición y fueron rechazados en los últimos procesos electorales. Y que esos reclamos vienen de grupos interesados, minoritarios, sin capacidad para colocar temas de interés del Estado en la agenda del debate nacional. Por eso, prefieren guardar silencio cuando unas cuantas personas se juntan y tratan de reclamar atención para asuntos particulares.

El gobierno del presidente Danilo Medina fue reelecto en las elecciones de mayo del 2016. Se instaló el 16 de agosto del mismo año, hace apenas 8 meses. El cuadro político y de sostenimiento del gobierno ha comenzado a moverse desde diciembre del 2016, cuando se dieron a conocer los datos de soborno de funcionarios públicos dominicanos por 92 millones de dólares.

En enero hubo la primera gran manifestación. Miles de personas se reunieron en Santo Domingo el 22 de enero y marcharon en reclamos de transparencia. El 5 de marzo otros miles se reunieron y marcharon en Puerto Plata, y este lunes miles marcharon en Santiago. Si hubo 100 mil personas este domingo en Santiago, no lo sabemos, pues no hubo medición de la cantidad de ciudadanos reunidos allí. Si fueron 50 mil o 100 mil carece de sentido discutirlo. Se trata de miles de personas.

El partido que nos gobierna creció y se hizo fuerte dando apoyo a los reclamos de la sociedad dominicana, exigiendo transparencia y eficacia a los funcionarios del Estado, y hasta publicando dos álbumes de la corrupción, que hicieron crecer la conciencia ciudadana sobre el daño que provoca la corrupción en la sociedad.

Una respuesta del gobierno es importante a los reclamos que se hacen. Habrá quienes entiendan que las autoridades toman medidas para evitar la corrupción y la impunidad. Una parte de la sociedad no las considera suficientes. Otros dirán que no es necesario que el gobierno responda ante los reclamos de los que marcharon. Sería un error político quedarse sin responder estas exigencias. El presidente declaró el 27 de febrero, ante la Asamblea Nacional, que simpatiza con las voces que reclaman cese de la impunidad y la corrupción.

En la medida que va pasando el tiempo, las marchas van adquiriendo un carácter más duro en rechazo de las autoridades. En Santiago hubo más consignas y pancartas que atribuían responsabilidad al gobierno del presidente Medina. Mientras más tiempo pasa y menos avances se registran en las investigaciones y en la adopción de medidas firmes para detener la corrupción y la impunidad, peor será el choque entre el gobierno y la sociedad.

¿Seguirán diciendo los políticos que tienen sus oídos pegados en el corazón del pueblo?