La pobreza es lo que más llama la atención de los candidatos a los más variados cargos para las elecciones generales del 15 de mayo. Cuando se habla con los candidatos, y se les pregunta sobre las experiencias y los contactos que tienen con los sectores más desfavorecidos, se muestran más conmovidos por la extrema pobreza en que vive la mayor parte de la población dominicana.
Por tanto, el discurso sobre reducción de la pobreza sobresale, como expresión de una intención y de la solidaridad de los que se postulan con los más pobres. Sin embargo, admiten que la gente busca la forma de subsistir y que reclama que le ofrezcan algo, que le brinden políticas que les beneficie. En realidad, reclaman políticas clientelares, para su particular sobrevivencia, aunque tal vez sean conscientes de que lo conveniente es políticas de Estado más dirigidas a reducir la pobreza, a que los pobres sugestionen empresas, tengan solución a manos para sus precariedades, sin esperar que venga un tiempo de elecciones para que les traigan algo.
Oxfam ha publicado un estudio sobre la desigualdad en América Latina, titulado “Privilegios que niegan derechos: Desigualdad extrema y secuestro de la democracia en América Latina y el Caribe”, en donde se muestra la otra cara de la miseria. La riqueza y la opulencia en que vive el otro extremo de la sociedad.
Los cuatro sectores que mayor riqueza aportan a los multimillonarios en América Latina son telecomunicaciones (19%), Bebidas (19%), sector financiero (19%), y las industrias extractivas (12%). “Juntos comprenden el mayor número de multimillonarios: un 69% de los que había en la región en 2015”, dice el informe.
Estamos hablando de uno de los problemas de más difícil solución. La redistribución de la riqueza es una mentira y a fuerza de repetir estos datos se convierte en algo incómodo, pero imposible de resolver. En el caso de las empresas de telecomunicaciones, para el continente se concentra en una sola persona: Carlos Slim, el hombre más rico de la región y el segundo más rico del mundo en el 2015.
Su fortuna está calculada en 77,100 millones de dólares, casi un 6% del PIB de México. Explica que el comportamiento monopólico de las empresas de telecomunicación de Slim se tradujo en una pérdida del bienestar para los mexicanos superior a los 129 mil millones de dólares.
Ningún político aborda este problema. La concentración de la riqueza genera más pobreza y más exclusiones. Y hay una explicación: Los mecanismos utilizados por los gobiernos para reducir la pobreza nunca implican una reducción de los privilegios de los ricos. En realidad, los ricos influyen poderosamente en las políticas fiscales para no resultar afectados en sus privilegios.
Lo que interesa a los ricos es maximizar las ganancias a través de tratamientos privilegiados como las exoneraciones o exenciones en áreas en las que ellos invierten. También quieren socializar los costos privados cubriéndolos con deuda pública o distorsiones fiscales, que sólo ellos pueden utilizar, y finalmente alinear la política fiscal con sus objetivos empresariales de expansión, consolidación o migración a otras actividades o sectores.
No es extraño, entonces, que la región del mundo con mayores niveles de desigualdades sea América Latina y el Caribe.
Nuestro deseo, con la mejor de las intenciones, es que los políticas algunas vez decidan abordar esta temática y que lo hagan asumiendo compromisos, no con simples discursos huecos, que dejan la desigualdad cuando hablan de la pobreza.