El nuevo gobierno ha calibrado correctamente la gran importancia del sector turístico. De cara a la pandemia ha desplegado un abanico de certeras medidas a favor de la recuperación sectorial. Específicamente, ha comprendido que el factor confianza es el mas importante, pero también ha puesto atención a complementos tales como la promoción, las ayudas a empresas y trabajadores y el impulso de proyectos pendientes. Sin embargo, el panorama económico mundial y la evolución de la pandemia militan traicioneramente contra esas iniciativas y arrojan dudas sobre la efectividad de algunas.

El conjunto de iniciativas puesto en marcha puede evaluarse frente a las directrices propuestas para la recuperación por el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC, por sus siglas en ingles), la organización que representa al sector privado de la industria turística mundial. Estas pueden resumirse así: 1) apertura de fronteras y repatriación, 2) definir normas comunes de salud y seguridad, 3) fortalecer los planes de apoyo a los trabajadores, 4) incentivar los viajes, 5) promover el turismo, empezando por los viajes nacionales y regionales, 6) ampliar la infraestructura digital a los destinos rurales, 7) integrar las identidades digitales, 8) repensar el lugar de trabajo, y 9) estimular las prácticas de sostenibilidad. El repaso que sigue arrojara luz sobre cuan completa ha sido la ofensiva gubernamental para la recuperación sectorial.

El nuevo incumbente del MITUR hizo bien al girar una serie de visitas de cortesía a los propietarios de grandes cadenas hoteleras extranjeras. (No hubo visitas a líneas aéreas, pero si hubo contactos.) Así se dio seguridades de que el Estado procuraría arrimar el hombro en la tarea de la recuperación, a la vez que oía su versión de lo que consideraban necesario. Las visitas que también giró a los operadores de los principales polos turísticos (Puerto Plata, Samaná, Boca Chica, Juan Dolio) fueron motivadas por las mismas razones. Dejar sentir la seria preocupación del gobierno con la situación fue un comienzo atinado.

De igual modo, el ministro dio en la diana al identificar lo primordial: “Nuestro esfuerzo esta encaminado a que el turista internacional se sienta seguro.” Se refería, por supuesto, a la estadía en nuestro territorio, no así a lo que pueda suceder con aerolíneas y aeropuertos en los mercados emisores. De todos modos, ese componente de la confianza en los mercados emisores no está a nuestro alcance. De ahí que el énfasis inicial se ha puesto en la elaboración y adopción de protocolos sanitarios para aplicarlos rigurosamente a todos los estamentos de la cadena local de valor. A juzgar por los reportes de prensa hemos sido exitosos en aplicar especialmente el del WTTC (“Safe Travels”), siendo este aprobado por los operadores turísticos internacionales.

En materia de protocolos aeroportuarios se instauró primero la detección de fiebre y el estricto distanciamiento social. Luego se requirió una prueba PCR para los visitantes extranjeros (siguiendo las directrices del WTTC), pero eventualmente se optó por solo requerir pruebas rápidas aleatorias. El MITUR y el Ministerio de Salud Pública supervisan esa labor de forma mancomunada. La otra medida importante para apuntalar la confianza en el destino fue la creación de un seguro médico para los visitantes extranjeros, tal y como lo recomienda el mencionado WTTC. Si Kazajstán ofrece pagar US$3,000 a cualquier turista que se contagiara en el país y si Chipre y Canarias instauraron un seguro médico, la medida nuestra resulta oportuna y justa.

En materia promocional se ha producido una novedosa iniciativa conjunta entre los sectores publico y privado. Se anunció la decisión de usar la estrategia mercadológica de la Marca Pais y se está en vías de concretar una alianza público-privada a ser administrada por un fideicomiso. En lo primero se busca no solo establecer la referida estrategia sino también elaborar protocolos para situaciones de emergencia que afecten negativamente a la industria turística, tales como los episodios de supuesta inseguridad del pasado año y la actual pandemia. (Ya Jamaica cuenta con un Centro de Resiliencia y Gestión de Crisis asociado a la Universidad de las Indias Occidentales.)  El MITUR aportara US$2 millones para financiar estos trabajos por parte de una consultora mexicana y el sector privado otra cantidad igual.

A pesar de que el ministro de Turismo las mencionó al anunciar la iniciativa de Marca Pais, no ha quedado claro el papel que jugarían las 25 oficinas de promoción turística internacional del MITUR, amén de las agregadurías turísticas de las 47 embajadas. ¿En qué medida sería el fideicomiso quien ejecutaría la estrategia promocional? El grueso de la promoción internacional de los destinos turísticos se hace actualmente por medios digitales y, en consecuencia, no cabria un rol para esas oficinas para tareas que pueden manejarse desde aquí. Ni tampoco se justifica un rol de esas oficinas en la asistencia a ferias y eventos turísticos cuando la pandemia los ha eliminados. Habrá que esperar hasta tanto haya una vacuna para promover por esos canales.

De especial relevancia ha sido la iniciativa del gobierno para promover el turismo interno a fin de ayudar a preservar los empleos del sector. Esta ha consistido en dos medidas principales: 1) por parte de los bancos la concesión de préstamos (a 12 meses) sin pago de interés para personas que quieran hacer turismo interno (aunque se desconoce el mecanismo de compensación a los bancos por poner sus recursos en riesgo), y 2) por parte de los hoteles ofrecer descuentos desde un 20 a un 50% en las tarifas de todo incluido. Al esquema se han sumado 19 hoteles de 8 grandes cadenas. Aunque muchos países han recurrido a este tipo de medida, los efectos podrían ser exiguos (y efímeros) frente al temor a la pandemia de los que pueden participar. El ministro de Turismo afirmó que el pasado fin de semana que todos los hoteles del interior estaban llenos, y luego se especificó que el objetivo era proveer ocupación a 10,000 habitaciones hoteleras.

El gobierno, por otro lado, ha hecho un enorme esfuerzo para asistir a los empresarios del sector. No solo les ha ayudado –y ayudará hasta diciembre—a retener sus empleados con el programa FASE, sino que además ha propiciado una serie de medidas de alivio impositivo sin precedentes.  Si bien esas medidas tienen sentido habría que considerar si ha habido equidad fiscal con relación a otros sectores. En adición, el Banco Central ha aligerado la carga de las acreencias sobre los negocios turísticos a través de un abanico de medidas crediticias muy favorables a ser canalizadas por los bancos.

Otra importante medida de asistencia empresarial, sin precedentes hasta ahora, ha sido la de garantizar “cupos mínimos” de ocupación a algunas de las aerolíneas que sirven nuestro destino. La justificación de la medida ha sido la de impedir el retiro de vuelos y frecuencias por parte de las aerolíneas. La medida sin duda podría jugar un rol importante, aunque su costo podría ser muy alto. A la fecha no se ha reportado en la prensa hasta donde ha trascendido la medida y cuanto le ha costado al MITUR. ¿Ha sido efectiva la medida? Si en julio llegaron 155,000 no residentes por vía aérea (de los cuales unos 54,000 fueron extranjeros) y en agosto 150,000 (de los cuales unos 50,000 fueron extranjeros) es de sospechar que la medida podría no ser efectiva. Las autoridades esperan un total de 400,000 extranjeros solamente para los restantes tres meses del año. ¿Es eso realista?

En materia de protección de la fuerza laboral del sector no se ha reportado una iniciativa especifica más allá de la asistencia salarial. Los protocolos sanitarios le han impuesto controles en las entradas y salidas de los establecimientos hoteleros, pero no se ha informado de ningún programa de capacitación de los colaboradores en seguridad sanitaria (como lo han hecho en otros destinos del Caribe).  Lo que si ha permitido el Ministerio de Trabajo es la flexibilización de los horarios a fin de que los colaboradores puedan permanecer en el hotel por tiempos más largos.

Respondiendo a la necesidad de reactivar un sector que representa alrededor del 15% del PIB, el presidente Abinader también ha participado en la diligente campaña de recuperación turística. Con sus visitas a Pedernales, Manzanillo, Samaná y San Pedro de Macorís, además de sus inauguraciones de algunos proyectos turísticos, ha dado muestras de su marcado interés en impulsar el desarrollo sectorial. En lo reseñado aquí solo faltarían los últimos tres elementos de la estrategia sugerida por el WTTC, lo cual es comprensible por la baja conectividad reinante en el país y la baja capacidad del MITUR en el importante campo digital.

El gran esfuerzo estatal para reactivar el sector ha sido creíble y atinado, pero la parálisis inducida por la pandemia será difícil de vencer hasta tanto se recobren las economías de nuestros principales mercados emisores (EEUU, Unión Europea, Rusia) y todos los potenciales viajeros vuelvan a sentir confianza. Y eso no será hasta tanto se haya vacunado su población de manera eficaz, efectiva y eficiente. Mientras, nos tenemos que conformar con una lenta recuperación hasta mediados del próximo año.