Los periodistas Huchi Lora, Juan Bolívar Díaz, Roberto Cavada y Amelia Deschamps tendrán una rueda de prensa este lunes, a las 10 de la mañana, en el Colegio Dominicano de Periodistas, para anunciar una acción legal contra el responsable de un llamado a atentar contra la vida de cada uno de ellos, por el contenido de su trabajo periodístico.
El país ha llegado a una situación extrema, con el fanatismo y el odio que se ha insuflado a una parte de la sociedad dominicana, en especial relacionado con el racismo y el odio a los descendientes de haitianos, que son dominicanos, y a los propios migrantes haitianos en el país, a quienes se les promueve como enemigos que deben ser eliminados porque atentan contra la seguridad de la patria y porque forman parte de un plan de destrucción de la nacionalidad dominicana.
Hacen bien Roberto Cavada, Juan Bolívar Díaz, Huchi Lora y Amelia Deschamps en denunciar a estos señores que siembran odio y que aspiran a un crimen contra cualquiera de ellos. Lo que han hecho es precisamente eso: sembrar odio entre ciudadanos dominicanos para que ataquen a personas honestas y que desean el desarrollo solidario y transparente de la sociedad dominicana.
Claro, que estos promotores del odio aprovechan la falta de educación de una parte de la sociedad, que cree a pies juntillas todas las mentiras que se lanzan, algunas cubiertas con datos que parecerían ciertos, y que buscan solamente crear un estado de incertidumbre en la población dominicana, para que se sienta amenazada y cada día agite más su exacerbación hacia los dominicanos de ascendencia haitiana y hacia los haitianos que realizan trabajos duros en diversas actividades productivas.
Lo que ha ocurrido con Juan Bolívar Díaz, Huchi Lora, Amelia Deschamps y Roberto Cavada es que los han identificado como parte de una estrategia para destruir a la República Dominicana, y lo catalogan de traidores a la patria, y hasta llegan a azuzar a los ciudadanos a atentar contra sus vidas.
Nada más absurdo, ni más lejos de la verdad, porque esos periodistas son más patriotas dominicanos que todos los que lanzan acusaciones mentirosas e infundadas en su contra, y son más honestos que todos los ascendientes y descendientes de sus detractores, que nunca han realizado un acto patriótico en sus vidas, sino hablan pendejadas presentándose como lo que realmente no son. Buscan intereses espureos y aspiran a un caos mayor en el país, para provocar un baño de sangre entre dominicanos y quieren repetir, porque es su modelo más anhelado, la matanza de Trujillo de 1937 contra más de 20 mil haitianos que vivían en la República Dominicana entonces.
Hacen bien Roberto Cavada, Juan Bolívar Díaz, Huchi Lora y Amelia Deschamps en denunciar a estos señores que siembran odio y que aspiran a un crimen contra cualquiera de ellos. Lo que han hecho es precisamente eso: sembrar odio entre ciudadanos dominicanos para que ataquen a personas honestas y que desean el desarrollo solidario y transparente de la sociedad dominicana.
Los periodistas dominicanos debemos apoyar la acción legal que se presentará, que tiene nombre y apellido, y que busca detener esta infamia de agredir a los periodistas, de dañar su reputación bien ganada con acusaciones falsas, abusivas e irresponsable, como llamar traidores a la patria a gente que lo único que ha hecho es luchar por un país mejor.
Y el Ministerio Público y los organismos de justicia deben actuar con seriedad y responsabilidad ante la gravedad de la situación. No es poco el odio que se ha sembrado ni pequeño el asedio de los neo-nacionalistas contra todo lo que represente o signifique pedido de justicia con los dominicanos de ascendencia haitiana.
Estos grupos, además de intolerantes y racistas, sembradores de odio y agitadores de la violencia, lo que desean es un régimen totalitario donde no haya ideas que debatir porque las que se conozcan únicamente serán únicamente las suyas. Se han llegado a creer como los dueños de la democracia dominicana, por la que no han luchado, sino que se han lucrado, para impedir que los otros hablen. Y ese es un error que las autoridades han permitido que se extienda, sin tomar en sus manos el control de las violaciones a los principios de respeto a la dignidad de las personas, como en el caso de los periodistas, a los que se arremete, se difama, sin que se actúe responsablemente, porque en ciertos estamentos judiciales prima también la impunidad y la coincidencia con estos grupos.