Cada día son publicadas en la prensa reflexiones, de muy diverso talante, relativas a la pérdida de valores que afecta a la familia, la política, y a toda la sociedad dominicana. Cabe entonces preguntarse qué se necesita para que una sociedad pueda crecer con valores que le garanticen cimientos realmente sólidos. Yo diría que la meta sería lograr una sociedad verdaderamente democrática, incluyente, solidaria y coherente. Sin embargo, vivimos en una sociedad dramáticamente desigual que se nutre de los ejemplos, de las incoherencias y de los mensajes subliminales bombardeados por los medios de comunicación y que ya no sabe a qué santo encomendarse.
Tenemos por un lado a un Félix Bautista, limpio y blanqueado como la nieve por jueces de la República Dominicana, que tal el Fénix renace de sus cenizas; y por el otro, un Procurador de la misma República que dice que la Justicia de su país esta vendida. Considerando que el senador inculpado, el juez y el procurador son del mismo partido, ¿qué mensaje les están enviando a la gente de a pie? ¿Qué mensaje se les está mandando a los inversionistas extranjeros. ¿Cómo pedirles entonces a esos mismos inversionistas, que suelen quejarse sobre la manera como las reglas del juego se cambian al antojo del ministro de turno, que inviertan en un país donde el mismo procurador dice que la Justicia no funciona?
El debate sobre la reelección plantea también una cuestión de valores. Hemos pasado cuatro años promoviendo por todos los lares, con el dinero del contribuyente, las virtudes de nuestra nueva constitución. Sin embargo, de buenas a primeras, algunos de sus más encarecidos defensores están planteando que hay que cambiarla para mantener en el gobierno un presidente que se hizo elegir prometiendo que no iba a modificarla. Por inmenso que sea el deseo de mucha gente que el presidente Fernández no se repostule, habría que buscar otros argumentos para cerrarle el paso.
Sobre el valor que se asigna a la Carta Magna, éste depende del caso de que se trate. El Director de Aduanas dice que no respetará tal decisión del Tribunal Constitucional. El vicepresidente ejecutivo de la CEDEE dice que hará las plantas de carbón por encima de lo que diga el Tribunal Superior Administrativo. No obstante, las decisiones del Tribunal Constitucional son palabra de Dios en materia de nacionalidad, a fin de desconocer derechos.
Si hablamos de valores y de los que encarna el presidente Medina, ¿cómo es posible que éste mantenga sobre un pedestal a personajes de siniestra y peligrosa reputación que se permiten insultar su persona y manipular la población, sin que esto conlleve la más mínima consecuencia, a no ser una simple declaración del portavoz de la Presidencia?
Mientras tanto, la gran masa del pueblo dominicano entiende que estos no son sus problemas y que los de arriba siempre se entienden. Piensa también, que si hay una brecha para hacerse rico hay que ser tigre y colarse por ella, ya que eso no conlleva castigo alguno y que uno no puede ser más pendejo de la cuenta. El pueblo necesita luz, agua y comida barata, playas artificiales y piscinas en Güibia y el Malecón, esperando desde ya el tiempo de las elecciones porque este es tiempo de bonanza y circulan papeletas en el barrio. Asistencialismo, populismo, clientelismo, corrupción e impunidad alimentan así de manera cotidiana la pérdida de valores.