La repetición de incidentes en el Congreso Nacional, incluyendo el retiro de los diputados que siguen a Leonel Fernández de las actividades de su cámara, genera un ambiente de discordia y desaliento que no conviene a la República Dominicana.
Si a eso se agrega la constante campaña en el exterior que presenta a la República Dominicana como un país inadecuado para ser visitado por turistas de los Estados Unidos, más la versión de que el crimen campea por las calles de esta media isla, habría que concluir que la imagen que estamos proyectando hunde un poco más la idea de que somos un país civilizado, alegre, bien gobernado y con una dirigencia política que sabe lo que nuestra gente necesita.
Los legisladores que siguen a Leonel Fernández hablan de la existencia de un proyecto para modificar la Constitución de la República, y que ese proyecto buscaría cambiar el tema de la reelección, para que el presidente Medina pueda optar otra vez al puesto. Hasta ahora, aunque se ha hablado de su existencia, nadie lo ha visto y ningún legislador se ha presentado en el Senado ni en la Cámara de Diputados con una propuesta.
Al Congreso se puede llevar cualquier propuesta legislativa, y la responsabilidad de los congresistas es conocerla, debatirla, aprobarla o rechazarla. Por tanto, los seguidores de Leonel Fernández han protestado con un método inadecuado marchándose de sus actividades políticas y legales, como legisladores. Si el proyecto de marras se presentara, su rol deberá ser votar en contra. En la historia política del PLD, desde que accedió al poder en 1996, sus miembros en el Congreso Nacional, con aciertos y desaciertos, habían actuado dentro del rol que le corresponde, nunca rehuyendo a responsabilidades.
Allí se han aprobado las piezas legislativas más irracionales, y los legisladores -a favor y en contra- han cumplido con su deber de aprobar y rechazar las piezas. Es lo que tiene que ocurrir con cualquier iniciativa legislativa que allí se presente.
La violencia con que algunos han actuado, y las amenazas que se han divulgado irresponsablemente de que pegarán fuego al Congreso Nacional, es un desacato político mayúsculo, pues todos los legisladores del PLD saben que ese no es ningún método de hacer frente a cualquier desafuero legislativo. Cuando en el exterior se habla de que nuestros legisladores están planeando incendiar el Congreso, lo que se puede decir es que nos hemos vuelto locos.
Las autoridades policiales están obligadas a prevenir cualquier intento de violencia en las inmediaciones del Congreso Nacional, y en particular de que algún pirómano actúe, sea o no del PLD, motivado por las arengas revanchistas de los leonelistas que han hablado y actuado como si estuviéramos en una conflagración violenta.
¿Será cierto que hay protagonistas locales en la campaña internacional contra el turismo dominicano? ¿Es posible que que esos protagonistas tengan vinculaciones políticas? Hasta ahora sólo hay sospechas, pero la sola posibilidad de que haya esas colindancias aterra a cualquiera. ¿Hasta dónde vamos a llegar con estas tensiones políticas?