Este miércoles se convierte en el día de mayor intensidad en el uso de las carreteras dominicanas para acudir a los distintos puntos de descanso, recreación y reencuentro familiar, en todo la Semana Santa, con excepción del domingo, que es el día de más congestionamiento vial por el retorno masivo de todos los que han salido del Gran Santo Domingo.

Lo que deben hacer las autoridades lo están haciendo: Educación y orientación para quienes toman un guía o salen acompañados en cualquier tipo de transporte. Nos sumamos a quienes piden moderación, respeto a las normas, responsabilidad y apego a la propia vida. Por la celebración de la Semana Santa no es necesario echar la propia vida, o la ajena, por la borda.

¿Es justo que la Semana Santa se convierta cada año, fuera de las intenciones y el recuerdo cristiano que trae implícito, en un lugar común de borracheras, parrandas, desenfreno y muerte?

Las iglesias cristianas, responsables de conmemorar el ejemplo de Jesús, se quedan en la práctica vacías en las ciudades, porque la gente aprovecha esta festividad cristiana para irse de parranda. Los festejantes del bacanal de hoy seríamos los mercaderes del templo que Jesús sacó por celebrar en el sentido contrario a las enseñanzas cristianas. Solo que Jesús no está hoy para echarnos, y quienes tratan de representar las palabras del enviado de Dios no tienen fuerza para hacerse escuchar, ni liderazgo, y tampoco poder de convencimiento para lograrlo.

Una lamentable paradoja de la modernidad, y un serio desafío para los que trabajan con la fe de los cristianos.