Los gobiernos municipales tienen cada día más aspirantes a ocupar sus sillas. Un gobierno local es una especie de pequeño reino, en donde hay escasa transparencia, poca supervisión de las instancias públicas auditoras, y hasta poca observación de los medios de comunicación. Por tanto, hay mucho dinero que se maneja sin criterio de servicio a la comunidad, y amplias posibilidades de los funcionarios para poner en práctica el nepotismo, el prebendismo, el asistencialismo y el clientelismo político. Y no hablemos de las múltiples formas de quedarse con los recursos de la comunidad.
Por ejemplo, un caso en que los gobiernos locales se han ganado todas las preseas es con la entrega de las declaraciones juradas de bienes de sus funcionarios. La ley les obliga a entregar ese documento, so pena de no cobrar, por ejemplo sus salarios, pero nadie ha tenido autoridad para conseguir que sea cumplido este mandato.
Ahora que estamos en campaña electoral, y que hay tantos aspirantes a posiciones electivas en los municipios y distritos municipales, aparte de los grandes ayuntamientos del Distrito Nacional, Santiago y las provincias altamente pobladas, la poblaciónn debe pedir cuentas sobre la transparencia de los gobiernos locales que aspiran a la reelección.
Ha sido un verdadero dolor de cabeza para los partidos políticos constituir candidaturas, bajar los niveles de presión y conservar la integridad de sus propuestas en el nivel local. Porque hay muchos intereses, muchas aspiraciones y por supuesto, ambiciones desmedidas de gente que a como de lugar quiere llegar a los cargos municipales.
Sin embargo, hay un problema que la gente observa poco y que está vinculado con la utilidad de los gobiernos locales. Cada día han ido renunciando a su labor, que por mandato de la ley les corresponde, y han ido cediendo a empresas contratadas los servicios municipales que debían brindar.
Renunciaron, y lo justificaron en la complejidad del tema, a la recogida de la basura en sus áreas de gobierno, y decidieron contratar empresas recolectoras que cobran por tonelada de basura o por cualquier otra modalidad. Estos contratos han representado una fuente de ingresos para los funcionarios.
Renunciaron a controlar los vertederos de basura en aquellos municipios donde los había, y contrataron empresas para hacer la administración, bajo el supuesto de que es un trabajo altamente tecnificado. La capital se llena de humareda con frecuencia.
Renunciaron a la provisión y regulación del agua y de los acueductos municipales. Les tocan a las CORAA que se han creado o al INAPA, y los gobiernos locales se han desentendido de ese servicio.
Renunciaron a regular el tránsito terrestre, y todo ha quedado en manos de sindicatos y entidades que dependen de la presidencia de la República. Eso explica el enorme caos que existe en el transporte de pasajeros. En algunos lugares solo otorgan permisos para ciertas rutas, y eso es así porque representa un negocio particular para los funcionarios.
Renunciaron a iluminar los espacios públicos. Se los dejaron a la empresa estatal que suministra la energía eléctrica. Ese abandono es responsable de muchos actos delictivos y en perjuicio de los ciudadanos de sus comunidades.
Renunciaron al cuidado y mantenimiento de los parques, y en los casos en que se han quedado como dueños y responsables los han abandonado y descuidado. Pretenden que sea el Ministerio de Medio Ambiente que cuide todos los parques municipales.
Renunciaron al cuidado e higiene de los mercados y los cementerios. Es notable la falta de higiene y el abandono de los mercados y los cementerios en cualquier comunidad.
Renunciaron a la supervisión y buena operación e higiene de los mataderos municipales.
La pregunta que se desprende es, si estas renuncias son tan notorios y existe tanta ineficiencia, ¿para qué quiere tanta gente llegar a los gobiernos locales?