Se atribuye a Henry John (Harry) Temple III Vizconde de Palmerston, más conocido como Lord Palmerston, la siguiente sentencia: "Inglaterra no tiene amigos (aliados) permanentes ni enemigos permanentes. Inglaterra tiene intereses permanentes". Lord Palmerston ejerció con mano dura el puesto de primer ministro del Imperio Británico a mediados del siglo XIX.

Aproximadamente un siglo más tarde, en los Estados Unidos de América, el secretario de Estado John Foster Dulles, durante el gobierno del presidente Dwight Eisenhower, parafraseó a Sir Palmerston, al proclamar: “Estados Unidos no tiene amigos; únicamente tiene intereses".

En América Latina, con raras excepciones coyunturales, los líderes y gobernantes no han asumido con tanto empeño la concepción de poner  primero y por encima de todo el interés del país que se administra.

Debimos de aprender algo con la egoísta política de las grandes potencias occidentales sobre la venta y acceso a las vacunas anti Covid-19.

Nuestra solidaridad a veces ha colindado con la imprudencia. Un ejemplo reciente lo constituye la generosa política petrolera de la administración del presidente Hugo Chávez, que sus opositores consideraron como derroche sin sentido.

Los gobiernos que se beneficiaron de iniciativas como Petro Caribe cuando el crudo registró en los principales mercados precios por encima de los US$100 por barril, posteriormente no trataron a Venezuela con la misma solidaridad.

República Dominicana ha venido abogando por un esfuerzo colectivo responsable para ayudar a la República de Haití a superar su profunda crisis política y su estancamiento económico.

Pero nadie ha escuchado. Las potencias que se dicen amigas del pueblo dominicano, las mismas que buscan la manera de persuadir al gobierno dominicano para que asuma determinadas posiciones en los organismos internacionales (OEA, ONU), han dado la espalda a la República Dominicana en la propuesta de que la comunidad internacional acuda en ayuda de Haití.

Debimos de aprender algo con la egoísta, y hasta cruel, decisión de las grandes potencias occidentales de acceso a las vacunas anti Covid-19.

De igual manera, con la irresponsabilidad que esas potencias han mostrado respecto a la crisis de Haití.

Ya sabemos que República Dominicana está sola y se quedará sola. Nadie acudirá en nuestro auxilio ni en auxilio de nuestro vecino Haití.