La poesía sigue todavía de luto. Un día como hoy los militares chilenos, encabezados por Augusto Pinochet, consiguieron una de sus aspiraciones mayores: sacar de circulación a Pablo Neruda, poeta y militante político, Premio Nóbel de literatura de 1971.

Neruda falleció repentinamente en la Clínica Santa María, en Santiago de Chile, donde permanecía en calidad de prisionero. Era el 23 de septiembre de 1973. Previamente, el 11 de septiembre, el gobierno constitucional del presidente Salvador Allende había sido derrocado, y el propio presidente falleció en el ataque del palacio presidencial de La Moneda.

Neruda era el embajador de Chile en Francia. Estando en Chile, pasó de Valparaíso a Santiago, y el 23 de septiembre, a las 10:30 de la noche falleció, según la clínica y los voceros oficiales. Se dijo su muerte fue por motivo de un cáncer de próstata.

Hay muchas especulaciones al respecto. Neruda no padecía de un cáncer avanzado, con apenas 69 años tenía fuerzas vitales para sostenerse. Quien fuera su chófer, muchos años después, relató que la muerte de Neruda se produjo por envenenamiento, dentro de la clínica Santa María, donde había sido recluido, y que la muerte fue inducida.

No era extraño. Víctor Jara había sido salvajemente asesinado, luego de ser torturado y mutilado de sus manos. Salvador Allende, el presidente murió asesinado o en combate. Una nueva versión dice que se suicidó. Pero llegar al colmo de matar al Premio Nóbel de Literatura, por razones políticas, era llegar al colmo. Miles de chilenos fueron asesinados, otros miles salieron deportados. Fue una tragedia.

La versión más creíble es que Neruda fue asesinado por medio de una inyección letal, aplicada por los militares. Muerto el poeta, intentaron impedir que su pueblo le sepultara dignamente. Su casa en Santiago de Chile, La Chascona, fue saqueada, sus libros y colecciones de objetos saqueados y destruidos. Sus familiares, y en particular su esposa Matilde Urrutia, quedaron convencidos de la muerte inducida.

Los militares golpistas chilenos intentaron impedir el sepelio organizado del poeta. Golpearon a los participantes, los agredieron, les quitaron el cadáver, pero aún así los chilenos salieron a las calles, a riesgo de ser asesinados o golpeados, para acompañar al poeta en su camino al infinito. El cuerpo diplomático asumió un papel heroico, al encabezar las honras fúnebres, acompañando al pueblo.

El acto de sepultura de Pablo Neruda fue una de las grandes manifestaciones de repudio al golpe militar y al crimen que se había cometido contra Chile.

Han pasado 38 años desde la muerte de Pablo Neruda, poeta chileno y universal, y el mundo lo recuerda en sus detalles, con su poesía abarcadora de todos los sentimientos y pasiones, con su plan de justicia, colecciones de piezas antiguas, vasos, zapatos, tijeras, fotografías, mascarones de proa, espejos, y muchos otros objetos.

Neruda es uno de los grandes de la poesía. La fatalidad circunda la vida de los grandes poetas, y si no fuera así, qué pensar de las tragedias de los amigos de Neruda, en especial Federico García Lorca y Miguel Hernández, dos poetas asesinados en plena juventud, pero que al mismo tiempo llegaron a ser universales como Neruda.

Con reverencia, al cumplirse 38 años de su muerte, le recordamos y nos congratulamos por contar con su poesía.