El cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez merece todo nuestro respeto y el respeto de la ciudadanía, independientemente de la confesión religiosa que esta profese.

El cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez es un hombre de fe y de firmeza, y está demostrando que como dice su lema “firmes en la fe”, no acepta complaciente las disensiones y menos si estas van en contra de sus criterios y los criterios del catolicismo.

No podemos menos que profesar respeto hacia una autoridad de la Iglesia Católica que, como el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, representa en la fe a la mayoría de la sociedad dominicana, que es manifiestamente católica.

Lo que no podemos aceptar del distinguido cardenal son las agresiones ni los arrebatos que violentan nuestro ordenamiento jurídico. Un tribunal civil emitió una decisión sobre un recurso de amparo, que no fue favorable a las pretensiones de dos entidades pastorales católicas.

Monseñor se ha expresado con evidentes signos de violencia contra la magistrada que emitió la sentencia, y de paso ha agredido a los que entiende no le simpatizan, y acusó de pandillas a entidades como Profamilia, que supuestamente se enriquecen o se nutren de fondos internacionales.

Al mismo tiempo que reclamamos el respeto de la ley, pedimos el respeto para la magistrada Eunice Minaya Peña, quien cumpliendo un rol institucional dictó sentencia preservando derechos inalienables de ciudadanos e instituciones. Pero reclamamos que el cardenal, si tiene quejas sobre la forma en que desarrollan sus actividades productivas los directivos de Profamilia, haga las indagatorias de lugar y presente sus denuncias ante los tribunales correspondientes, porque él mismo puede ser inculpado dentro de un ámbito definido claramente por la Ley 6132 de expresión y difusión del pensamiento.

Con todo nuestro respeto, hacia el cardenal dominicano y hacia la Iglesia y la feligresía católica que él representa.

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