El ex presidente de Brasil, Luis Ignacio Lula Da Silva, considera las acusaciones en su contra casi como una masacre, porque ha sido asediado por la justicia con numerosas acusaciones, incluyendo la de obstruir la investigación judicial sobre el Lava Jato, que es una investigación de grandes dimensiones sobre la corrupción en Brasil, y que abarca a empresarios, políticos, legisladores y que condujo a la destitución de la presidenta Dilma Rousseff.
Lula supuestamente habría intentado impedir la delación premiada de Néstor Cerveró, que contendría imputaciones sobre actuaciones suyas como líder del Partido de los Trabajadores, y que también ha vinculado a la familia de Lula, lo que habría conllevado a la muerte de su esposa y a una vida de zozobra que viven sus hijos.
Estoy orgulloso de estar aquí y contar mi versión de los hechos. Me ofende profundamente que el Partido de los Trabajadores esté siendo considerado una organización criminal. Esto lo dijo Lula el lunes, cuando se presentó como imputado ante el el juez Ricardo Leite, del 10ª Juzgado Federal, con sede en Brasilia, para responder un interrogatorio en el proceso que se le sigue por obstrucción de la justicia.
Lula dice que espera que haya un juez imparcial que juzgue estos hechos y lo excluya de ellos porque los testigos y las acusaciones en su contra son parte de una trama para destruirle. Sin embargo, la justicia de Brasil sigue sus investigaciones, y hasta Marcelo Odebrecht confirmó al juez Sergio Moro que la persona que aparece en los correos electrónicos de la firma Odebrecht como “el amigo” es Luis Ignacio Lula Da Silva, y quien recibió fondos de parte de la empresa para provecho personal, para su fundación y para el Partido de los Trabajadores.
La situación del señor Lula es muy grave.
A Lula se le considera que el gran ejemplo de líder obrero que emerge a la política y que gobierna Brasil durante dos períodos de gobierno que colocaron ese país entre las 10 mayores potencias económicas del mundo. Lula sacó de la pobreza a millones de personas en Brasil, hizo crecer las clases medias de su país y colocó Brasil entre los países democráticos del mundo, con empresas brasileñas ejerciendo influencia en muchos lugares del mundo, especialmente en África y América Latina.
En Brasil habrá elecciones en 2018 y Lula ha dicho que desea ser candidato presidencial. La destituida presidenta Dilma Rousseff ha dicho que si Lula es candidato ganaría las elecciones. Hablar de elecciones y candidatura en un momento como este, es contraproducente en Brasil, y más cuando se tienen varios procesos judiciales que no le dejan dormir. Lula ha dicho que todos los días se levanta y encuentra su fotografía en las portadas de los diarios, y frente a su casa tiene un montón de periodistas que asedian a su familia y a él mismo. Entiende que es injusto lo que está viviendo.
Los jueces sin embargo, no responden las acusaciones políticas de Lula, y siguen imperturbables en sus investigaciones e interrogatorios y en los procesos pendientes. Que involucran al líder del PT por lo menos hay cinco procesos, que incluyen enriquecimiento ilícito, lavado de activos, recepción y distribución de dinero ilegal para campañas electorales. Lula es el gran objetivo de los jueces que llevan la investigación del Lava Jato.
De Lula para abajo han caído muchos políticos, incluyendo senadores, diputados, líderes regionales, y por supuesto empresarios de las más grandes y reconocidas firmas de Brasil, sin olvidar que este proceso terminó con la presidencia de Dilma Rousseff y hasta podría afectar la presidencia de Michel Temer, el vicepresidente que sustituyó a Dilma.
Un político, por más importante que sea, está sujeto a la investigación y a la sanción penal y judicial, si se le juzga y considera responsable de violar las leyes. En Brasil ese poder independiente lo ejercen los jueces y los congresistas. Y como se vio con la presidenta Rousseff, ni siquiera una persona con la representación que ella tenía está exenta de ser investigada y procesada.
Procesos como ese no destruyen un país, lo preparan para hacerlo más estable, más fuerte, más democrático, más digno ante las demás naciones.