El presidente Danilo Medina acaba de designar al licenciado Antonio Peña Mirabal, contable, como ministro de Educación.

En esta posición el presidente Medina ha evitado a los maestros o expertos en asuntos educativos. Cuando designó a Carlos Amarante Baret como ministro, precisamente no pensó en sus conocimientos del magisterio. Designó a un abogado de profesión y político de vocación.

Al asumir la presidencia de la República en el 2012, Danilo Medina confirmó a la ministra de Educación, Josefina Pimentel, quien llevaba dos años en la posición, en la que había sido designada en el 2010 por el presidente Leonel Fernández.

Fue en julio del 2013 cuando Medina designó a Carlos Amarante Baret como ministro de Educación. Y en agosto de 2016 el arquitecto Andrés Navarro llegó al ministerio de Educación, procedente del ministerio de Relaciones Exteriores. Pocos le vieron cualidades o experiencia en el sector educativo, y ciertamente no tenía dominio de las interioridades del sector, pero hasta ahora la gran mayoría coincide en la calidad de su gestión.

Navarro se marchó de la función pública parta buscar la candidatura presidencial del Partido de la Liberación Dominicana. Lo mismo habían hecho previamente Carlos Amarante Baret, quien renunció al ministerio de Interior y Policía, y Francisco Domínguez Brito, quien renunció del ministerio de Medio Ambiente.

Siguiendo su vieja costumbre de no designar en el ministerio de Educación a nadie del sector, Danilo Medina acaba de nombrar al contable Antonio Peña Mirabal al frente del más importante ministerio del país. Allí se concentra el 4 por ciento del PIB y la mayor nómina del sector público, aparte de que los más conflictivos intereses convergen en esta posición, por la presión que sobre ella ejercen los colegios privados, las iglesias y los grupos empresariales, además de casas editoriales y líderes de partidos políticos.

Antonio Peña Mirabal no tiene mucha experiencia en el sector público. Inició en el área de contabilidad en la Cámara de Diputados en 2006, en la gestión de Julio César Valentín. Fue Peña Mirabal quien orientó políticamente el inicio de Valentín en el PLD, en sus años juveniles en Santiago, su pueblo natal. Estuvo allí hasta el 2009, posteriormente pasó por el Ministerio de Educación, área administrativa, hasta que fue designado director de Promese/Cal, el programa de Medicamentos Esenciales, dentro del Ministerio de Salud Pública.

Peña Mirabal se encargó de darle empuje a las llamadas farmacias del pueblo, y fue sobresaliente en su labor administrativa. De allí lo está sacando el presidente Medina. No va a gestionar una transformación educativa, ni de los contenidos de los programas de trabajo, va a administrar el mayor presupuesto de toda la administración pública.

La tradición política, y lo que dicen sus compañeros del PLD, hablan muy bien de Peña Mirabal y de su humanismo, seriedad y visión política. Se crió entre mujeres, pues sus padres tuvieron siete hijas y un solo varón, que es él, el quinto en nacer. Humilde por la familia de la que procede: hijo de un sastre, que le enseñó a trabajar desde niño, pero le prohibió seguir el oficio para que se dedicara a los estudios.

Le deseamos éxitos en su gestión, y que pueda cumplir con la expectativa presidencial sobre su designación.