La elección de la República Dominicana como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas es, sin duda, un triunfo de nuestro país y en particular una victoria atribuible al gobierno de Danilo Medina.
Desde el dictador Trujillo hasta Leonel Fernández, en cinco ocasiones la República Dominicana intentó formar parte del organismo estratégico y de negociación de la paz más importante del mundo. Y nunca se logró tal propósito, hasta ahora.
El diplomático y especialista en Derechos Humanos Roberto Alvarez ha iniciado este lunes una serie de trabajos en Acento, para explicar el contacto en que nos toca no sólo formar parte hasta diciembre del 2020 del Consejo de Seguridad, sino que desde enero del 2019, cuando nos sentemos por primera vez en la silla que corresponde a la República Dominicana, en medio de Estados Unidos y la República Popular China, nos tocará presidir por un mes ese organismo.
Ese acontecimiento debe motivar la reflexión oficial, sobre el rol que jugaremos y los peligros que nos acechan, como consecuencia directa de comparecer junto a las grandes potencias, tomando decisiones sobre cuestiones tan difíciles como la paz en el Medio Oriente, luego de las decisiones tomadas por el gobierno de los Estados Unidos, de trasladar su embajada desde Tel Aviv hasta Jerusalem, o asumir posturas sobre la guerra comercial desatada por Estados Unidos, como medida proteccionista, para reducir el déficit comercial de la mayor potencia del mundo.
La reflexión oficial debe permitir elaborar una política exterior consistente, que lamentablemente no hemos tenido en muchos años, y que sólo ahora comienza a perfilarse con las últimas decisiones adoptadas por el gobierno del presidente Danilo Medina.
En ese contexto, la República Dominicana tiene riesgos que asumir por su asiento en el Consejo de Seguridad, porque serán muchos los temas a tratar que generan conflictos. Las potencias miembros miembros permanentes del Consejo de Seguridad, estarán atentas a nuestras decisiones. En particular Estados Unidos, que ha demostrado una vocación imperialista en esta materia por encima de los demás países, y en particular en la administración del señor Trump.
Nos sentaremos en el Consejo de Seguridad y eso representará prestigio y reconocimiento para la República Dominicana. Sin embargo, no es necesariamente tan alegre y festiva nuestra presencia, si no tenemos política exterior consistente, si no definimos los aspectos en los cuales podríamos ganar o perder. Ya hemos sido testigos de lo difícil que ha sido para el gobierno dominicano cambiar de postura sobre el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela. Pues como este, serán muchos los temas en los que estaremos obligados a definirnos.
Lo más positivo de esta presencia de República Dominicana en el Consejo de Seguridad es que nos dará la dimensión de asumir compromisos, y evaluar las consecuencias que generalmente devienen de los compromisos asumidos en un punto tan volátil y plagado de esquizofrénicos gobernando en las grandes potencias.