El 23 de junio del 2016 los ciudadanos del Reino Unido fueron a las urnas para decidir su salida o permanencia en la Unión Europea. En general el consenso parecía favorable a la permanencia en la Unión Europea, pero los resultados fueron a favor de la salida. El 51.9% del no derrotó al 48.1 % del sí. Las reflexiones, análisis y estudios que se han producido sobre este fenómeno resaltan por la abundancia y por la coincidencia en que esa decisión perjudicará especialmente a los ciudadanos de la nación europea que rechazó seguir siendo parte de la Unión.

Colombia ha acudido este 2 de octubre a las urnas, para responder mediante un plebiscito a la pregunta de validación o no de los acuerdos de paz del gobierno con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, la guerrilla más vieja del continente, con más de 50 años de operaciones. Los acuerdos se discutieron durante varios años y se firmaron la pasada semana, en Cartagena de Indias, en un acto encabezado por el presidente Juan Manuel Santos y el jefe de las FARC, Rodrigo Londoño, y frente al secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, además de 14 presidentes de igual número de países de la región.

Pese a que los acuerdos de paz generaron una aprobación mundial, el plebiscito dijo que no a esos acuerdos por un estrecho margen. Dijo que no a los acuerdos el 50,23 % frente a un 49.76% que dijo que sí a los acuerdos.

La frustración ha cundido entre los partidarios de los acuerdos de paz. El presidente Juan Manuel Santos ha reiterado la vigencia del alto a las operaciones militares. Lo propio ha hecho la representación guerrillera, que en dos ocasiones pidió perdón por los daños causados, y que ya había establecido la opción de fundar un partido político para participar del proceso político en ese país.

Y la incertidumbre es ahora lo que prima, no solo en Colombia en donde la mayoría tomó la decisión de echar atrás los acuerdos firmados por el gobierno con las FARC, sino en el mundo, que había aplaudido la puerta que se abrió con el cese de operaciones militares.

La idea que prendió en Colombia fue que era posible renegociar los acuerdos, y reducir las concesiones del gobierno a las FARC. Humberto de la Calle, el jefe de las negociaciones por parte del gobierno, había advertido que se corría el riesgo de que erróneamente se creyera que era posible volver a negociar los acuerdos con las FARC. Pero, dijo, eso no será posible.

Lo que viene a Colombia ahora es una polarización mucho más peligrosa que la que se ha tenido en los últimos años. El gobierno del presidente Santos se debilita. Recordemos que David Cameron, el primer ministro de Reino Unido, al triunfar el Brexit decidió renunciar del gobierno y dar paso a los conservadores que había apostado a la salida de la Unión Europea.

El presidente Juan Manuel Santos ha optado por el optimismo, y ha dicho que no dejará de luchar por la paz mientras sea presidente. Ha reconocido la derrota de su posición de negociación, y de inmediato anunciado que se sentará a conversar con los partidarios del no, que han triunfado, para tratar de salvar algunos de los puntos más relevantes.

Sin embargo, a partir de ahora no será la cuestión de lo que decida el gobierno, sino lo que decida n las FARC. En la guerrilla está la incertidumbre, y los jefes guerrilleros han anunciado desde La Habana que estudiarán los pasos a seguir, luego de esta decisión mediante plebiscito.

Uno de los voceros de las FARC dijo que “Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia lamentan profundamente que el poder destructivo de los que siembran odio y rencor haya influido en la opinión de la población colombiana”, y que estudiarán detenidamente los pasos a seguir.

Definitivamente el panorama político y militar de Colombia ha cambiado, en pocas horas. Que la paz no muera con este intento.