Desde los actos del sepelio del presidente Juvenel Moise hemos percibido que la situación de inseguridad de Haití se acrecentó después del magnicidio del presidente constitucional.
En el mismo acto de enterramiento del presidente Moise las delegaciones internacionales debieron salir del acto antes de que la viuda diera su discurso. Los disparos lanzados por las bandas criminales provocaron la salida intempestiva de las delegaciones internacionales. Algunas agresiones verbales fueron sintomáticas.
Luego la viuda de Moise, Martine Moise, acusó directamente al primer ministro Ariel Henry de ser el responsable del crimen contra su esposo. Ese elemento motivó que el jefe del G9, la banda delincuencial más poderosa de Haití, Jimmy Cherizier (Barbicue) la emprendiera contra el primer ministro. La pasada semana en los actos de recordación patriótica de Jean Jacques Dessalines, no fue posible hacer el tradicional homenaje al padre de la patria, porque Barbicue atacó la caravana del Primer Ministro y él mismo se encargó de colocar una fotografía de Moise y realizar por motes proprio el homenaje al asesinado presidente.
Luego de esa hazaña 16 religiosas norteamericanas y una canadiense fueron secuestradas, en un escándalo inaudito. Un desafío a los Estados Unidos y al mundo, y los secuestradores se han hecho responsables y solicitan como rescate un millón de dólares por cada una de las personas secuestradas. Estados Unidos se ha negado a pagar el rescate.
La ingobernabilidad en Haití llega a límites insospechables. Algunas embajadas importantes en Puerto Príncipe han sido tiroteadas en las últimas semanas. Nadie está seguro en Haití. Las autoridades no pueden ofrecer seguridad a nadie y los secuestradores y grupos criminales tienen el control de las calles y de las armas. Imagen la situación de los ciudadanos, que huyen ante cualquier posibilidad de escapar a los secuestradores o a las fuerzas oficiales de la Policía Nacional, que se coinciden con los secuestradores y criminales.
Las Naciones Unidas ha discutido recientemente la situación de Haití. No hay acuerdos posibles con las autoridades haitianas. No hay posibilidad de pacto con la oposición. Tampoco hay organizaciones de la sociedad civil que representen algún sector de la ciudadanía. La comunidad internacional está convocada a tomar decisiones que no quiere asumir, muy particularmente el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
La República Dominicana ha dado la voz de alarma. Recientemente el presidente dominicano habló en la Asamblea General de la ONU sobre la crisis haitiana. Muchos haitianos han intentado salir hacia Estados Unidos, pero están siendo apresados, reprimidos y devueltos a Haití por las autoridades de los Estados Unidos. Inaudito. Otras han comenzado a llegar a la República Dominicana, como única vía posible para salir del gravísimo estado en que se cuentan atrapados.
La pasada semana Haití firmó una carta con un grupo de naciones casi desconocidas pidiendo a las Naciones Unidas el reconocimiento de Taiwán, como es un Estado con 23 millones de personas y que representa un sector importante de la comunidad China. Eso sólo crea un nudo que impide al Consejo de Seguridad tomar una decisión para proteger a Haití. China hará todo cuanto esté a su alcance impedir que las Naciones Unidas asuman compromisos por Haití. Así se tratan los temas internacionales.
Lamentablemente Haití va por un desfiladero indefendible e indetenible. No quiere la presencia de la comunidad internacional que es la única que puede salvarle la campana y evitar que los delincuentes tomen el gobierno. Nadie puede negar que quien tiene más poder político y militar en este momento es Jimmy Cherizier alias Barbicue. ¿Quién le hará frente? ¿Quién dará la cara por un gobierno legítimo? Barbicue ha dado demostraciones de poder y ha puesto en ridículo al primer ministro Ariel Henry y a quienes le siguen. El gobierno dominicano ha dado la cara y el presidente Abinader sigue presentando propuestas. Ya se anuncia que viajará a Panamá este miércoles para impulsar un acuerdo sobre Haití con Costa Rica y Honduras. Abinader no puede cansarse frente al drama Haitiano. Las fronteras con Haití está ahí y son imborrables. Si le damos la espalda a ese tema podría generarnos males mayores. Con total sinceridad, no podemos descuidar las acciones oficiales.