El presidente Danilo Medina designó al ingeniero Miguel Vargas Maldonado como ministro de Relaciones Exteriores de su administración. Si la decisión tiene un objetivo claro en política exterior dominicana, le deseamos éxitos al presidente Medina y al nuevo ministro. Si la decisión está relacionada con la política interna y los amarres que se hicieron para el proceso electoral, y en particular obtener el apoyo del PRD a la reelección presidencial, la decisión está destinada a socavar la base institucional y a crear de nuevo un ambiente extraño al servicio público en un ministerio que se destaca por su relevancia en forjar buenas relaciones y mejor imagen para el país en el exterior.

Danilo Medina no habló en su discurso del 16 de agosto sobre política exterior, ni se refirió a ninguno de los problemas que confrontó su administración pasada, por las acusaciones de apatridia, violación de los derechos humanos y quejas generalizadas por la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional y las políticas internas asumidas por la Junta Central Electoral, el Ministerio de Interior y Policía y la Dirección General de Migración. Vargas Maldonado fue de los políticos que aprobó esas políticas discriminatorias, que posteriormente el gobierno modificó levemente y emprendió un esfuerzo de mejoramiento de la imagen internacional de su administración.

Quienes ha dicho que Vargas Maldonado carece de experiencia en el manejo de las relaciones internacionales se equivocan. Mientras ha sido presidente del PRD, y en las lides políticas internas, Vargas se ha formado y adquirido mucha experiencia. Fue ministro de Obras Públicas durante 4 años de la administración de Hipólito Mejía.

Andrés Navarro, arquitecto a quien atribuyeron escasos conocimientos cuando fue nombrado ministro de Relaciones Exteriores, demostró que no hace falta esa experiencia que la gente reclama para la dirección de una entidad del Estado. Ahora, si se hiciera una valoración, se vería con claridad que la gente deseaba que Navarro siguiera al frente de la Cancillería.

¿Qué quiere Danilo Medina en el ministerio de Relaciones Exteriores encabezado por Vargas Maldonado? No lo sabemos, ni el presidente lo ha dicho ni Vargas se ha referido a alguna recomendación que le haya hecho el presidente. Lo que sí podemos tomar es lo dicho por Medina en su discurso del 16 de agosto del 2012, cuando prometió una transformación del servicio exterior. Algo que no se ha logrado, aunque se han dado pasos en esa dirección. ¿Querrá Danilo que sea Vargas Maldonado quien logre estos propósitos? Tal vez. Veamos lo que dijo el presidente hace 4 años, cuando tomó posesión del Gobierno.

Valoramos y acompañaremos los esfuerzos de integración de América Latina, así como las alianzas y Pactos inter-regionales, que no significan simples acuerdos económicos, sino un verdadero esfuerzo de integración cultural y política.

Ya la historia nos está enseñando con claridad que integración es la palabra de los tiempos presentes y futuros. Por eso también, asumiremos y respetaremos los compromisos internacionales de nuestro país y agradecemos la cooperación solidaria que nos brindan.

Esta etapa global de la historia humana exige que nosotros superemos nuestra insularidad con una firme voluntad política y sigamos, por tanto, consolidando nuestra política exterior como herramienta clave para el desarrollo.

Nuestra política comercial, nuestra política de atracción de inversiones turística y cultural se sentirá en todo el mundo.

Como prometimos en la campaña, nuestros recursos humanos en el servicio exterior habrán de convertirse en agentes de  oportunidades para todas las áreas enunciadas.

Esto conlleva una reestructuración del Ministerio de Relaciones Exteriores que incluya la institucionalización, profesionalización y racionalización del servicio exterior dominicano.

Merece especial atención para nosotros la relación armoniosa con nuestro vecino país Haití, con quien trabajaremos de inmediato en el inicio de la propuesta para la firma de un acuerdo de libre comercio.

No podemos olvidar que se trata de nuestro segundo socio comercial más importante.

En un sólo día de actividad comercial binacional, en la frontera de República Dominicana y Haití, se movilizan más mercancías que en todo un año de exportaciones a Centroamérica.

Por tanto, es necesario eliminar las condiciones anárquicas de este intercambio comercial entre nuestros países, creando puntos fronterizos modernos, seguros, y confiables.

No tengo dudas de que esta política traerá muchos beneficios para nuestros micros, pequeños y medianos empresarios, así como  también a los trabajadores y trabajadoras haitianos y dominicanos. En definitiva, servirá al progreso de toda nuestra querida isla.

Paralelamente, me comprometo a crear una política migratoria clara y transparente, respetuosa de los Convenios Internacionales suscritos por la República Dominicana en materia de Derechos Humanos y Derechos de los migrantes y sus familiares.

Implementaremos la reglamentación de la Ley de Migración, aprobada en el año 2012, y el Plan Nacional contra la Trata de Personas y el Tráfico ilícito de Migrantes.

Perseguiremos sin descanso los hechos de corrupción de funcionarios y militares responsables de aplicar las medidas migratorias y aplicaremos todo el peso de la ley a quienes sean encontrados responsables de trata y tráfico de personas.

Hermanos dominicanos que viven en el exterior, pueden estar seguros, yo también seré su Presidente y velaré por sus necesidades.

Crearemos el Instituto de los Dominicanos en el Exterior, tal como lo prometí en campaña, para estar más cerca de las necesidades de nuestros compatriotas residentes fuera de nuestro territorio.

Pensamos que estas siguen siendo las líneas de política exterior del presidente Medina, 4 años después de aquellas promesas. De ser así, y de Miguel Vargas ponerlas en marcha, sería de gran beneficio para la sociedad dominicana. Y no tendríamos duda de que Vargas pasaría a la lista de los funcionarios exitosos. Las dudas, sin embargo, son muy poderosas y llenan de miedo a un retorno a tiempos ya superados.