Estimado (a) amigo (a)
Las experiencias vividas en el año que termina privilegian los sentimientos sobre la racionalidad. Por eso las reflexiones que comparto en esta navidad es lo que siento. Lo que me duele.
- Los amigos, familiares y conocidos, sobre todo jóvenes, que han decidido marcharse del país o preparan sus hijos para que puedan desarrollarse en un país donde se reconozca el mérito, que una vida digna no sea un privilegio, se respetan las leyes y haya consecuencias para quienes las violen
- Lamentar que ante la justificación de la partida solo pueda apelar a los sentimientos, no a certezas de que lo que añoramos, hoy carencias, serán realidad en un tiempo razonable. En vez de motivos para quedarse, se suceden los que inducen a la partida
- La conciencia de que la sociedad por la que muchos hemos luchado no la vamos a ver. Y que es posible que nuestros nietos tampoco. Los destructores de sueños parecen más eficaces que quienes los construyen
- Sin desarrollo humano y fortalecimiento institucional la pobreza se mantiene, la desigualdad aumenta, la exclusión permanece, las instituciones se prostituyen bajo la preeminencia de la voluntad personal y lo que es exigible por derecho se recibe como gratificación o dádiva
- La constatación de que el predominio del pensamiento conservador, que se manifestó desde el mismo momento de la Independencia, ahora es mayor que antes, gracias a que el ejercicio del poder ha mutado en conservadores a quienes proclamaban ideas liberales y discursos de modernidad. Y este proceso no se ha dado solo en algunos pocos, sino en muchos
- Los esfuerzos, con logros notables, de hacer confuso lo que está claro; que se pongan trabas cuando lo que conviene es dar facilidades. Lo que pasa con los dominicanos de ascendencia haitiana y la regularización de los inmigrantes es el mejor ejemplo: se dificulta ejecutar lo que es un mandato de la ley. Y no pasa nada
- La honorabilidad es poco reconocida. La perversidad en la política se presenta como éxito y en la economía como capacidad de gestión y en ambos casos cuando la justicia debe actuar, dictamina un “no ha lugar” o archiva el expediente
Las adversidades nos deben motivar a continuar. Aún con las ilusiones maltrechas, debemos evitar que nos quiten la esperanza. Resistir es una forma de luchar.
Un fuerte abrazo
Rafael Toribio
Navidad 2014