Mañana miércoles comenzará el cambio en la desescalada frente al Covid. El presidente Luis Abinader, luego de la masificación de la vacunación en todo el país, emitió el decreto 133-21, mediante el cual comienza a flexibilizar las medidas del Estado de Emergencia, que se iniciaron el 19 de marzo del 2020, cuando el Congreso Nacional aprobó la primera autorización para que el Poder Ejecutivo estableciera el Estado de Emergencia.
Hay que suponer que para la emisión del decreto de referencia el Gabinete de Salud y el Poder Ejecutivo debieron analizar con minuciosidad los elementos del Plan Nacional de Vacunación y sus efectos inmediatos, la validez de la inmunización, y como previó el presidente en su discurso del 27 de febrero, que para el mes de junio el 80 por ciento de la población adulta dominicana estaría vacunada.
Los acontecimientos van con agilidad. El 26 de febrero el presidente dispuso la cancelación del decreto que designaba al ministro de Salud. Este lunes se anunció la designación del doctor Daniel Rivera como nuevo ministro de Salud. La intensidad de los acontecimientos posiblemente no hayan dejado oportunidad para una reflexión serena.
Está claro que el gobierno tiene la presión de grupos y sectores que necesitan retomar sus actividades. Ya sean restaurantes que pierden oportunidades, Iglesias que no pueden reunirse a orar todos los días, operadores turísticos y empresarios artísticos, o deportivos, que se quejan porque sus negocios y actividades andan por los suelos con las restricciones sanitarias. Esos elementos no pueden necesariamente presionar a las autoridades, porque lo primero es garantizar la inmunización y la salud de los ciudadanos.
La economía ha sido impactada y sigue con lentitud en esta crisis. La pandemia no se ha detenido. Una parte de los países han comenzado el proceso de vacunación. La República Dominicana debe garantizar el acceso a la vacuna a todas las personas mayores, como se está haciendo en estos momentos. A quienes tienen condiciones previas o están imposibilitados de salir de sus hogares, habría que llevarles las vacunas hasta sus residencias.
Hasta el momento hay centros de vacunación y las personas llegan, por turnos, se inscriben y deben esperar. El proceso es tedioso y en algunos lugares hay que esperar más que en otros. La vacunación marcha. Hay oportunistas que han desarrollado maneras de burlar las restricciones de edad, y se vacunan, y hasta lo dicen con orgullo en las redes. Están quitando oportunidades a personas con edad superior a los 70 años, y es indignante y abusivo que ocurra. Ojalá que las autoridades del Gabinete de Salud logren evitar estas irregularidades.
El nuevo decreto del presidente Luis Abinader, que entrará en vigencia este miércoles, establece el toque de queda desde las 9 de la noche hasta las 5 de la mañana, con un lapso de 3 horas de libre circulación en vehículos hasta las 12 de la medianoche. Y al mismo tiempo libera las actividades de las iglesias, los restaurantes, gimnasios, y centros de servicios hasta un 60% de su capacidad. Se mantienen prohibidas las actividades de asistencia masiva.
Lo que ha ocurrido en aquellos países donde se ha completado el proceso de vacunación es que la inmunización de las personas ha reducido la incidencia del Covid. Ponerse una vacuna no libera a las personas de infectarse, aunque si prepara sus organismos para resistir el virus y su letalidad. Hará falta que en el país tengamos estudios que ofrezcan informaciones sobre los niveles de protección que estaríamos logrando con la vacunación.
El esfuerzo realizado por el gobierno, y en particular por su gabinete de salud, para conseguir las vacunas y alcanzar niveles de organización superiores a los tradicionales, es muy grande, y esto merece una felicitación. De lo que no estamos seguros es de haber llegado al momento de flexibilizar las medidas restrictivas que se dispusieron para proteger a las personas.
Otra cosa es la demanda de la reapertura del sector educativo, especialmente la educación pública. Ese proceso también iniciará, pero con las cautelas y ponderaciones ya conocidas, tanto en los centros públicos como en los privados. Hay que recordar que estamos ante una pandemia que podría comenzar a controlarse, pero que tiene muchos elementos que desconocemos.