El nuevo presidente de Haití es un cantante y comediante popular, que se impuso en el proceso electoral a fuerza de reclamar la legalidad y la transparencia de las elecciones.

Se recuerda que en la primera vuelta, en noviembre del año pasado, estuvo a punto de quedar eliminado y sólo fue restablecido como candidato para la segunda vuelta después que los organismos internacionales denunciaron que el candidato Jude Celestin, favorito del presidente René Preval, había hecho fraude para quedar en segundo lugar y dejar fuera a Michel Martelly.

Martelly fue a segunda vuelta el 20 de marzo, con quien había quedado en primer lugar en la primera vuelta electoral, Mirlande Manigat, y concitó el apoyo de la mayoría de votantes.

Es el nuevo presidente de Haití y tiene enormes desafíos, en especial los que tienen que ver con ayudar a ese país a salir de la tragedia humanitaria en que se encuentra, luego del terremoto que afectó a esa nación el 12 de enero del 2010.

Martelly visitó a la República Dominicana en su campaña electoral y prometió trabajar por las mejores relaciones entre los dos países. Ojalá que así sea. Sin embargo, las ideas políticas de Martelly no necesariamente representan un avance en las relaciones de los dos países.

Martelly se ha expresado como un simpatizante del duvalierismo, y ha dicho que integrarará a los simpatizantes del dictador en un gobierno suyo. No ha demostrado la tolerancia política suficiente, por ejemplo, frente a las críticas de los medios de comunicación. Es un hombre partidario de línea dura y hasta podría representar un panorama oscuro con el problema migratorio que existe en la actualidad.

La República Dominicana tiene que aplicar políticas de control más estricto de la frontera y debe procurar documentar, en la medida de sus posibilidades, al mayor número de ciudadanos haitianos que residan ilegalmente en el país. Es un tema que incide en la economía y que afecta los niveles salariales de los trabajadores dominicanos.

Reconocemos las necesidades que tiene Haití, y estamos convencidos del apoyo que debemos brindar a esa nación para que salga adelante y reduzca su flujo migratorio. El nuevo gobierno haitiano debe procurar una agilidad mayor en la mejoría de las condiciones de vida de millones de personas que sobreviven en la indigencia y el abandono en la capital haitiana.

Haití necesita fortalecer su democracia. Ojalá que Martelly ayude en esa dirección.