Por primera vez en su joven mandato, el presidente Luis Abinader comparecerá ante la Asamblea Nacional para depositar las memorias de una también novísima gestión.

La efemérides del 27 de febrero, aniversario glorioso de nuestra Independencia, es una ocasión más que propicia para que el gobernante, al margen de realizaciones y cifras, renueve un llamado de esperanza  ante un país que aun no se libera de serios trastornos.

Los graves efectos de la pandemia del COVID-19 sumados al desarreglo económico e institucional heredados de la pasada gestión han impuesto al nuevo gobierno un reto aun mayor que los consabidos en el inicio de una gestión presidencial.

Es por lo antedicho que más allá del discurso habitual ante las cámaras, el presidente Abinader debiera aprovechar escenario tan especial para lanzar un llamado de aliento, unidad y optimismo para que la nación toda marche en una sola dirección.

Le ha tocado al Presidente Abinader encabezar un período en el que la crisis sanitaria representa un pesado lastre en un país con múltiples déficits públicos.

Es impostergable remover otra carga como es la no muy pródiga disposición de distintos actores para empujar hacia un objetivo superior, el de despejar, con ahínco y sacrificios, los nubarrones que empañan este momento histórico.

Este 27 de febrero resultaría un homenaje más que justificado a los patricios fundadores de la República el que la oratoria presidencial reclame una decisiva convocatoria a todas las voluntades en todos los confines del país para que salgamos bien librados del marasmo que acogota al mundo, y en él, a los dominicanos.

Y es que pronunciar un discurso en una sala augusta con motivo de la Independencia es una oportunidad única, inigualable, para comprometer y comprometernos con solo recordar el  esfuerzo, dedicación y desvelos que significaron la proclamación de una patria libre y soberana. Y recordar que este proyecto de nación, al momento de su nacimiento, fue un esfuerzo colectivo de personas muy jóvenes, muy especialmente de Juan Pablo Duarte, indiscutible padre de la Patria.

El presidente Abinader presenta hoy unas memorias de un ejercicio de cuatro meses en el poder  en el que se barruntan directrices que apuntan hacia una consolidación institucional que todos anhelamos. Eso incluye reformas sociales, económicas, políticas, estructurales, y muy especialmente énfasis en apoyar y favorecer a los más pobres, al tiempo que se mantienen todos los ojos abiertos con los asuntos de la transparencia y la lucha contra la impunidad.

La llegada de casi un millón de vacunas para combatir los efectos del coronavirus  debiera ser el comienzo de una visión más optimista ante el futuro inmediato.

El discurso de hoy bien podría ser un punto de partida para que, además de colocar en perspectiva iniciativas valiosas en distintos órdenes, el Presidente pueda proyectar otras que perfilen un camino hacia la superación de una crisis y el enfrentamiento de aquellas que provienen de males ancestrales.