Preferiblemente macho, pero si no, que sea hembra, jamás andrógino.  Hasta hace poco, en la Kenia contemporánea muchos bebés intersexuales eran exterminados como alimañas diabólicas por las comadronas rurales (y con el consentimiento o instrucciones de los progenitores), machacando el cráneo  del recién nacido con una batata dura o ahogándolo según tradición centenaria. Ya no ocurre abiertamente el “androginicidio”, pero se sospecha que en menor escala la costumbre aún persiste en secreto en regiones remotas de esa nación.

En otras sociedades hace siglos se dejó atrás el infanticidio como remedio para la intersexualidad, pero aún se procura eliminar temprano la incertidumbre sobre el sexo de la persona, utilizando la mutilación genital y la reconstrucción estética en procura de eliminar la ambigüedad sexual, muchas veces con graves consecuencias para el desarrollo del individuo afectado. Sin embargo, en Malta, desde 2015 está prohibido intervenir quirúrgicamente los genitales de un intersexual sin su consentimiento explícito como adulto, convirtiéndose en el primer Estado que jurídicamente reconoce los excesos del pasado reciente en cuanto a la respuesta de la sociedad a esta manifestación de la diversidad de la naturaleza. Más recientemente, países como Alemania, Austria y Canadá han modificado su legislación para introducir el tercer género como opción identitaria para individuos sin definición sexual al momento de su inscripción en el registro civil, medida que ya habían adoptado varios países asiáticos años atrás. Con ello se reconoce la realidad de que por muy diversas causas nacen criaturas andróginas, y que precipitarse a declararlas hembras o varones con frecuencia conduce a graves errores que producen mayor confusión y sufrimiento humano.

En la mayoría de los escenarios, los intersexuales siguen sufriendo incontables padecimientos físicos y psíquicos como consecuencia del manejo equivocado de personas que se consideran con el derecho de controlar la naturaleza, prefiriendo la homogeneidad a la diversidad. En contraste, en unas cuantas comunidades muy tradicionales, en regiones de la India y México, por ejemplo, existen costumbres multicentenarias de respetar (a su manera) la libertad de los andróginos conocidos como hijras y muxes, respectivamente, sin producirse un esfuerzo por suprimir ni denigrar esa manifestación natural de la diversidad biológica y psíquica, aunque no quedan exentos de cierta discriminación y marginación social.

Se estima que la intersexualidad se manifiesta en aproximadamente 1.7% de la población a nivel mundial, entendiendo por intersexualidad las múltiples variaciones biológicas en las características sexuales que no se ajustan a las categorías típicas binarias (masculina o femenina). En el pasado se utilizaba el término “hermafroditismo” como sinónimo de intersexualidad, creando cierta confusión al respecto, pues en el mundo animal el hermafroditismo implica la autonomía procreativa en cada individuo, fenómeno que no existe en nuestra especie. Hay más de 40 “variaciones congénitas posibles dentro del concepto de intersexualidad, que involucran genitales, ovarios y testículos, patrones cromosómicos y hormonas”. Entre ellas, la muy rara (se estima en 0.0012% de los nacimientos) intersexualidad gonadal verdadera, otrora hermafroditismo verdadero, definido en términos médicos como la presencia simultanea de tejido ovárico y testicular al momento del nacimiento.

El municipio de Las Salinas, en la provincia de Barahona, desde hace décadas es mundialmente conocido por la alta incidencia de una peculiar diferencia de desarrollo sexual (incluso con entrada en Wikipedia al respecto). Los “güevedoce” nacen con genitales externos femeninos, pero al llegar a la pubertad (a los “doce”) desarrollan pene y testículo. Ellos son testigos del sufrimiento social que produce el encasillado temprano como niñas por la ignorancia sobre su intersexualidad, pues erróneamente se le asigna el género femenino hasta que se rebelan en la adolescencia contra el rol impuesto. Una de las primeras personas en estudiar esta inusual condición fue Julianne Imperato-McGinley, de la Universidad de Medicina de Cornell, en Nueva York.  Según un artículo en la BBC, la investigadora observó que estos jóvenes, a pesar de ser criados y formados como niñas, casi todos muestran preferencias heterosexuales, y , por tanto concluyó “…que las hormonas en el útero son más importantes que la educación cuando se habla de la orientación sexual.”

Es justo reconocer que en Kenia a partir de 2014, un importante veredicto judicial obligó a las autoridades a registrar a un infante de 5 años reconociendo su género como intersexual. Cada vez más personas, sobre todo mujeres, entienden que los bebés intersexuales no son una maldición de Satanás, sino criaturas de Dios como todos los demás seres vivos, y que debemos darle la oportunidad de desarrollarse integralmente como personas sin violentar el proceso natural. La intersexualidad no es una maldición, ni siquiera es una enfermedad que requiere curación o exorcismo, sino comprensión y soporte. En Kenia están descubriendo que las criaturas que nacen con diferencia de desarrollo sexual merecen un tratamiento diferente al tradicional.

En el paraíso cada persona es definitivamente hombre o mujer, sin ambigüedad, pero en la tierra hay hombres y mujeres, y además convive una amplia gama de intersexuales con derecho a desarrollar sus vidas a plenitud en la gracia de su Creador. No solo el hombre y la mujer son criaturas de Dios, también lo son todos los intersexuales en sus más de 40 variantes biológicas, manifestaciones de la inmensa diversidad de la naturaleza.  Es fácil amar al semejante cuando se parece mucho a nosotros, pero la verdadera prueba de amor es aceptar a las personas inicialmente no reconocibles como nuestros hermanos, reconocer sus derechos y proveer las oportunidades para que cada individuo pueda procurar su propia felicidad, precisamente porque es único e irrepetible.

La comprobada presencia de intersexuales entre nosotros nos somete a la prueba del fondito de nuestro amor cristiano: ¿Qué hacemos/haremos para dejar de maltratar a las personas porque nacen con diferencias de desarrollo sexual que no encajan en nuestro esquema del mundo y proveerles las oportunidades para alcanzar su pleno potencial como seres humanos sin estigma ni discriminación?

Nota: para más información sobre la intersexualidad, ver el video en sus tres partes:  La ciencia del género por National Geographic.