Sin ser parte de ningún partido político, los jóvenes que iniciaron las protestas en la Plaza de la Bandera el pasado 17 de febrero, se han convertido en un factor de poder y han logrado motivar a la ciudadanía a asumir un compromiso más firme con la democracia y con el ejercicio del poder.

Ese movimiento surgió de la nada, pero sustentó su crítica e indignación en la búsqueda de una respuesta que todavía nadie ha ofrecido: ¿Qué pasó en la JCE que hubo que cancelar las elecciones municipales?

Mientras el silencio siga, habrá protestas. Nunca se ha detenido su exigencia, y convocaron para el 27 de febrero una concentración que sobrepasó las expectativas.

Miles de personas se vistieron de negro, en luto por la democracia, y estuvieron en la plaza desde las 9 de la mañana. Miles llegaban y salían. Por eso es un error pensar que la asistencia fue pequeña o limitada. La avenida 27 de Febrero era intransitable a casi un kilómetro de la plaza. Miles entraban en horas de la tarde, y otros miles se iban a sus casas a la misma hora.

Fue una expresión bastante generalizada de descontento, de indignación. Los artistas más populares se hicieron presentes, como Juan Luis Guerra y Rita Indiana, y se pusieron del lado de los jóvenes. El gesto no deja de ser un síntoma de lo mal que ha sido manejado el reclamo de transparencia.

Millenials, centennials, generación Z, generación Net o como quiera identificarse a los jóvenes apartidistas que han llenado la Plaza de la Bandera, se trata de un factor político poderoso, impensado en los análisis y en los estudios de preferencias electorales en las últimas semanas

Mientras el presidente entregaba un informe en la Asamblea Nacional de sus siete años y medio de gestión, miles de personas iban a protestar en la Plaza de la Bandera, Por una democracia con más transparencia.

El gobierno y sus estrategas tienen que hacer una lectura inteligente de lo que está pasando. No se trata de un reclamo exclusivo de la clase media. Están también los sectores populares involucrados. Están también protestando los renuentes a participar en asuntos políticos. El reclamo se ve como legítimo y ausente de campaña electoral, y quien está destinado a recibirlo, porque va dirigido a él, es el gobierno.

El gobierno encabezado por Danilo Medina y por el Partido de la Liberación Dominicana. El rechazo al gobierno y a los candidatos del PLD se hace más que evidente.

Se han comenzado a ver los efectos de las protestas. Hay rechazo de los sectores populares a los gobiernistas y peledeístas. Es un caso no se había registrado antes. Hubo un cambio sustancial de la política entre el 16 y el 27 de febrero. ¿Cómo hacer frente a una percepción pública generalizada, que tacha al gobierno de responsable del fracaso de las elecciones? Complicado el panorama, con miras a las elecciones del 15 de marzo.

Millenials, centennials, generación Z, generación Net o como quiera identificarse a los jóvenes apartidistas que han llenado la Plaza de la Bandera, se trata de un factor político poderoso, impensado en los análisis y en los estudios de preferencias electorales en las últimas semanas. Que nadie se sorprenda si una gran parte de esos indignados les cobran al PLD y al gobierno sus fallas, y canalicen su indignación hacia un voto crítico por los partidos opositores, y a favor del PRM como principal fuerza opositora con posibilidad de sustituir al PLD en los gobiernos locales y en el gobierno central. ¿Podrán el PLD y sus aliados neutralizar las energias de esa juventud que ahora los rechaza? ¿Podrán los opositores capitalizar ese descontento social? Esas interrogantes serán aclaradas en las tres elecciones que nos esperan desde el 15 de marzo hasta mediados de mayo. Mientras tanto los equipos de campaña de los partidos tienen una interesante pero dura tarea por delante.