Juan Bosch tenía propuestas sobre la forma de conducir el Estado, y hablaba de la educación como una forma de liberar al conjunto de la sociedad. Tenía una idea del rol de los ricos, de los pobres y de las clases medias en los procesos productivos. En sus discursos, sus libros, en sus artículos periodísticos, Juan Bosch insistía en qué había que hacer para que la República Dominicana abandonara el atraso.
Joaquín Balaguer fue el líder político conservador más importante e influyente que hemos tenido en la historia de la democracia dominicana. El doctor Balaguer negaba la importancia de los programas de gobierno, y desde la presidencia de la República operaba con un cuaderno -eso se decía- en que anotaba los datos fundamentales de la economía y del funcionamiento del gobierno: Ingresos y gastos, y las áreas en las que había que hacer inversiones públicas.
José Francisco Peña Gómez fue el gran líder liberal de la política dominicana, el redentor de las masas populares, que cada día formulaba discursos sobre la importancia de la defensa de los derechos humanos, de la libertad, de la democracia, de abrirse a la inversión extranjera y de incorporar la economía y la sociedad dominicana a los procesos de globalización. Los principios de la socialdemocracia le sedujeron siempre y fue él el más ferviente divulgador y educador en la República Dominicana sobre el estado de bienestar que generaba una sociedad gobernada por los planteamientos programáticos socialdemócratas.
Los líderes políticos que han sustituido a Bosch, Balaguer y Peña no han heredado los aspectos conceptuales de sus propuestas. Ahora hablamos mucho de modificaciones constitucionales, de globalización, de inversiones en infraestructura y hasta de la República Dominicana hacia el 2044, pero desechando la profundidad de los cambios estructurales que requiere la sociedad dominicana.
Con las ideas de Juan Bosch, Joaquín Balaguer y Peña Gómez se tiene un caudal de datos relevantes sobre el camino a seguir. Ahora sin embargo nos preocupamos más por las excavaciones y movimientos de tierra, por el dinero que mueve, que por la reducción de pobreza, nos ocupamos más de las construcciones que de las formas de mejorar la calidad de la educación, y promovemos inversión extranjera o estatal en áreas que no implican la generación permanente de empleos o de materias primas para productos terminados con vocación exportable.
Cuando ponemos atención y tratamos de conocer el discurso y la propuesta de los políticos que desean llegar al poder, descubrimos que en el fondo hay un gran vacío. Se tienen programas de gobierno, y dentro de ellos hay acciones a desarrollar por las autoridades, pero ninguna de ellas implica cambios sustanciales para eliminar o reducir la gran desigualdad que existe y ha existido en la sociedad dominicana, la bajísima productividad de muchos sectores que podrían generar riqueza colectiva.
Y lo peor, que la oposición no se entera, no se da cuenta, de la pobreza de contenido en que se desenvuelve, y por tanto que nadie la escucha ni la entiende, ni tiene posibilidades de generar apoyo, con lo poco que hace por cambiar el curso de los acontecimientos políticos.