El 16 de octubre es la fecha escogida por la dirección del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) para seleccionar a su candidato presidencial para las elecciones del 2012. Es una única entidad política de relevancia que no ha dado el paso de escoger a su candidato. Por lo menos 10 candidatos ya han sido escogidos y proclamados.

Carlos Morales Troncoso, presidente del PRSC, tiene un serio dilema: participa de la escogencia o se queda fuera de ella. Todo el mundo sabe que Morales Troncoso ha nadado contracorriente en el PRSC, después que se adoptó la decisión, en el Congreso Joaquín Balaguer, de llevar candidato propio en las elecciones del 2012.

Morales Troncoso es el ministro de Relaciones Exteriores del gobierno, es un hombre cercano al presidente Leonel Fernández y tiene excelentes lazos con el PLD y con su actual candidato Danilo Medina. Pero su partido, el que él preside, decidió que irá con candidato propio a las elecciones. Morales podría ser ese candidato, pero da la impresión de que no está interesado en presentar su candidatura.

Otros, como Ito Bisonó, Guillermo Caram o el ingeniero Osiris de León quieren encarnar esa candidatura. El aspirante preferido por los reformistas es Amable Aristy Castro, según las encuestas, el único senador que tiene el PRSC. Tampoco Amable parece estar interesado en esa candidatura, vista la escasísima posibilidad que tiene en una contienda dominada por el bipartidismo.

Otroras dirigentes beligerantes y claros del reformismo están durmiendo a la sombra del gobierno. Se podría decir que están hibernando. Rafaela Alburquerque, acaba de marcharse hacia Taiwán, como embajadora. Quique Antún trabaja con tranquilidad desde la administración del Banco Nacional de la Vivienda. Humberto Salazar ha ocupado varias posiciones en el gobierno, y es el más franco de todos, que plantea la urgencia de que el PRSC se sume al PLD, desde ya. En la reunión del pasado 17 de septiembre fue expulsado del PRSC.

Otros dirigentes simpatizan con la alianza electoral, con el PLD o con el PRD, en una segunda vuelta. Es un tema delicado. Podría darle más relevancia al PRSC en caso de que haya una segunda vuelta electoral. ¿Y si no hay necesidad de esa segunda vuelta? El reformismo quedaría sepultado en forma definitiva. Otros sostienen que la alianza con el PLD apenas le han brindado unas cuentas posiciones en el gobierno a dirigentes, sin que ello beneficie a las bases reformistas.

El dilema es grande para los reformistas. Es un partido en extinción. Su debilidad viene arrastrándose desde el 14 de julio del 2002, fecha de la muerte del fundador, líder y guía de ese partido, doctor Joaquín Balaguer. Con Balaguer como candidato obtuvieron un 24.5% de los votos. Con Eduardo Estrella como candidato en el 2004, bajaron a un 9%, y con Amable Aristy en el 2008 volvieron a bajar a 4.5% de los votos.

Sin ninguna duda es uno de los más extraños casos de la política dominicana. La persona más influyente en el reformismo es un líder de otro partido, Leonel Fernández. Todos los grupos con incidencia en el PRSC han desarrollado vínculos estrechos y particulares con el presidente del PLD y presidente de la República. Los reformistas son especialistas en tener como líder a un presidente. Ya ocurrió lo mismo con Hipólito Mejía, cuando fue presidente de la República.

Tienen poca incidencia los intentos de gentes con visión y buenas intenciones dentro del PRSC para rescatar a ese partido y lanzarlo nuevamente al escenario, desde una perspectiva independiente, que no sea a la sombra del gobierno ni negociando posiciones. El PRSC podría ser una fuerza política importante, que incline la balanza con temas relevantes que ellos deseen empujar, como lo hacen los partidos en otras sociedades. Pero su amor al gobierno, a las posiciones asalariadas lo reduce cada día más. Ese es su gran pecado.

Ya se verá, que en estas condiciones carece de relevancia la decisión que tomen los reformistas, debido a que primará el clientelismo y no la búsqueda de una opción alternativa a los partidos tradicionales, que se han turnado en el ejercicio del poder en los últimos 16 años, el PLD con 12 y el PRD con 4. Una buena decisión sería trabajar ordenadamente para su disolución y que quienes lo hereden lo relancen con una estructura diferente, incluso abstrayéndose de las propiedades que tiene ese partido en diferentes lugares del país. Eso es propiedad del Estado, que es quien debe asumirlo.