Hace 70 años, el 10 diciembre del 1948, los 58 Estados miembros de la Asamblea General de Naciones Unidas se reunieron en el Palacio de Chaillot, en París, para adoptar la Declaración Universal de Derechos Humanos: con 49 otros países, República Dominicana votó entonces a favor de esta declaración (8 Estados se abstuvieron), contribuyendo al establecimiento de las más altas normas jurídicas que rigen los derechos humanos y una comunidad internacional basada en el respeto del ser humano.
El 1ro. de enero del 2019, es cuando la República Dominicana entrará al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU) por primera vez en su historia, tendrá un papel importante para la promoción y defensa de los derechos humanos: es una responsabilidad que cada miembro del Consejo debe asumir, empezando por los miembros permanentes. Por eso Francia, en el marco de sus esfuerzos para aumentar la eficacia de la protección de los derechos humanos por el CSNU, ha propuesto la suspensión del derecho de veto de miembros del consejo en casos de atrocidades masivas, e invitamos a la República Dominicana a apoyar esta iniciativa que ya cuenta con el apoyo de numerosos Estados.
Hoy en día, algunas personas quieren hacernos creer que los derechos establecidos por la Declaración universal son simplemente “valores” más o menos impuestos por el Occidente, y que podrían entonces estar “reinterpretados” en el contexto cultural, religioso, histórico o tradicional de cada sociedad; no, se trata de principios garantizados no solamente por declaraciones solemnes, sino también por tratados con fuerza vinculante – firmados por la casi-totalidad de los Estados miembros de Naciones unidas – como el Pacto internacional de Derechos Civiles y Políticos del 1966.
Además, la protección de estos derechos se encuentra en el centro del concepto de «desarrollo sostenible» promovido por las Naciones unidas y adoptado por la comunidad internacional en su conjunto: la declaración de la agenda 2030, que define los Objetivos para el Desarrollo Sostenible por todos nuestros países lo indica claramente: “Aspiramos a un mundo en el que sea universal el respeto de los derechos humanos y la dignidad de las personas”. De hecho, ni siquiera nuestros intercambios económicos se pueden desarrollar de manera satisfactoria o sostenible si las instituciones (legisladores, jueces, policías) que deben hacer respetar los derechos humanos no pueden hacerlo: la falta de respeto causa muy a menudo el irrespeto de normas contractuales, legales, comerciales imprescindibles para un entorno empresarial propicio al comercio internacional y a las inversiones extranjeras.
Estas son algunas de las razones fundamentales por las cuales los derechos humanos constituyen un bien común de la humanidad. Aun así, estos derechos nos protegerán plenamente solamente si luchamos por ellos a diario: combatiendo los prejuicios, defendiendo la dignidad de todo ser humano, garantizado la igualdad entre mujeres y hombres, asegurándose que la ley sea aplicada de la misma manera para todos, dando uso a las libertades de expresión e información, denunciando sin temor las violaciones de derechos fundamentales de las cuales somos testigos.
Los derechos humanos nos protegen, ¡defendámoslos!
Didier Lopinot
Embajador de Francia en la República Dominicana