El presidente Danilo Medina decidió cambiar a la ministra de Educación, Josefina Pimentel, y designar a Carlos Amarante Baret en esa importantísima posición. Es el ministerio que más recursos maneja y que tiene en sus manos los proyectos de más relevancia social y política del gobierno.

Josefina Pimentel era considerada como una especialista en educación. Su gerencia resultó deficiente y poco efectiva en las reformas demandadas. Pimentel se transformó en una ministra conservadora, huidiza, pusilánime y escasamente eficiente en los aspectos de mayor importancia.

Y no es que tuviera compromisos políticos con el ex presidente Leonel Fernández, quien la designó en la posición para sustituir al cadáver en que se convirtió Melanio Paredes, sino que pese al respaldo que le dio el nuevo presidente, ratificándola y otorgando el 4% para la educación, cuando se quiso avanzar en los procesos gerenciales, no dio resultados.

Es lamentable que la viceministra Minerva Vincent haya pagado las consecuencias. No fue posible lograr una programación de construcción de aulas en todo el país. Tampoco había racionalidad en las prioridades que se asumieron. Cuando el presidente visitó una comunidad y llamó a un ingeniero ausente de su responsabilidad en la construcción de una escuela, pocos días antes se le había hecho un pago, y la investigación es que esa escuela no está en la programación presupuestaria del Ministerio de Educación.

De modo que a los fines del gobierno Josefina Pimentel pasó a ser una especie de fiasco mayor, pese a sus cualidades técnicas y a que nadie nunca se atrevió a hacer cuestionamientos éticos, pese a la cuestión salarial en medio de un plan de austeridad del gobierno. Josefina Pimentel pudo hacer más, mucho más, pero tuvo miedo y dejó que las cosas marcharan al ritmo que sus subalternos querían.

Pese a que fue compromisaria de por vida con el tema de la educación sexual en las escuelas, pues laboró algún tiempo en Profamilia en tareas relacionadas, nunca se quiso pronunciar sobre el tema, evadió su responsabilidad y la del Ministerio bajo su cargo y jamás quiso hablar siquiera con nadie sobre una cuestión que es fundamental en salud, en educación y en todos los programas sociales del gobierno.

Carlos Amarante Baret no es un técnico conocido en materia educativa, pero es un hombre de la absoluta confianza del presidente de la República. La Ministra de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, Ligia Amada Melo, tiene sus fuerzas agotadas, y precisamente la pasada semana recibió un homenaje del Congreso, lo que quiere decir una despedida.

Danilo tiene escasos técnicos en educación en su equipo. Alejandrina Germán, muy capaz en educación, es Ministra de la Mujer y salió del Ministerio de Educación en medio de un gran escándalo. Es difícil que pueda volver.

Esa escasez de especialista explica la opción del presidente Medina. Un político comprometido con su proyecto, de absoluta confianza, tenía que asumir la posición. Gedeón Santos fue a Indotel donde deberá demostrar cualidades gerenciales, pero no tenía el perfil para Educación.

Con estos cambios el presidente Medina comienza a mostrar tímidamente su proyecto de gobierno, casi un año después de haber iniciado su gestión. Gente nueva en posiciones nuevas podría ser motivo de agradables sorpresas. Celebramos que Carlos Amarante Baret haya sido designado en Educación y que Gedeón Santos le sustituyera en Indotel. Los cambios deben seguir. La gente los aplaude y dice que está bueno ya de las mismas personas, los mismos rostros y las mismas impunidades.