Alguien un día decidió enviar policías y militares, en patrullas de cinco o seis, para colocarlos fijos en alguna calles, supuestamente con la finalidad de prevenir y combatir el delito común:

-Robo de carteras a señoras

-Robo de teléfonos móviles a peatones descuidados

-Asaltos sorpresivos a hombres y mujeres que salen o llegan a sus casas o lugares de trabajo.

Este despliegue de patrullas se lleva a cabo cada cierto tiempo, pero sobre todo para los días de diciembre y principios de enero, cuando las empresas y el Estado pagan el salario trecer a su personal, y su supone que hay personas con dinero en las calles.

La ciudadanía necesita sentirse protegida por las autoridades. Eso nadie lo discute.

Lo que tendría que probarse es que colocar una patrulla, de manera fija, en una calle o esquina, es una manera efectiva de prevenir o perseguir el delito común.

Oficiales de policía y conocedores de asuntos de seguridad en los espacios públicos han repetido hasta la saciedad que los agenes policiales deben de ser dotados de vehículos para que se mantengan recorriendo calles de la ciudad, sin detenerse un lugar a menos que sea necesario. De esa manera es más seguro que se disuada al delincuente que pudiera estar planeando una fechoría, pues en cualquier momento podría ser sorprendido con las manos en la masa.

Pero se insiste en dejar policías fijos en algún lugar, sin medios de transporte. Es decir sin posibilidad de hacer recorridos de vigilancia.

Y es cierto que hay delicuentes estúpidos, pero no todos tienen el mismo grado de estulticia.

¿Qué hará el delincuente que observa retén policial? De seguro que se desviará o devolverá para no ser detenido y tener que dar explicaciones y mostrar sus documentos personales.

Puede ser que las patrullas, en sus detenciones arbitrarias y aleatorias de ciudadanos, puedan dar, por casualidad, con un asaltante.

No es así en la mayoría de los casos de motociclistas o conductores de automóviles a los cuales se les ordena detenerse para revisar la documentación.

Lo que hemos obervado es que, con frecuencia, los ciudadanos detenidos suelen "resolver" su problema con las patrullas entregando algún dinero.

Así no se previene ni se reduce la delincuencia común. Pero seguimos repitiendo ese mismo error.