El gobierno de Ariel Henry, primer ministro provisional de Haití, está llegando a su fin. No importó el pacto político de las fuerzas internas, la influencia del Core Group como representante de la comunidad internacional, ni importaron las dudas sobre los verdaderos responsables del magnicidio del presidente Jovenel Moise.

El 21 de julio, a sólo tres semanas del crimen contra el presidente constitucional haitiano, fue establecido el gobierno del primer ministro Ariel Henry, con el objetivo principal de organizar las elecciones presidenciales que pusieran en cauce democrático a Haití, aparte de realizar las investigaciones para determinar la naturaleza y los responsables del asesinato.

Cuatro meses después, las bandas que controlan una gran parte del territorio haitiano comenzaron a cercar el Palacio Nacional de Haití. La tarde de este miércoles el periodista Garry P. Paul Charles informa de los hechos, y al mismo tiempo la televisión da a conocer un video con los disparos en los alrededores del Palacio Presidencial. Dice en su mensaje que "hombres fuertemente armados se acercan cada vez más al Palacio Nacional", en cuyo interior las unidades de protección supuestamente "están listas para entrar en combate”. 

Los antecedentes a este cerco son múltiples. Las bandas han impedido la distribución del combustible que necesitan y requieren los sectores para sus actividades. La escasez de combustibles es porque en Haití no hay gobierno. Obvio, que si escasean los combustibles también habrá ausencia de medicamentos, de alimentos, de energía eléctrica y de transporte.

Esta semana estuvo en la embajada de los Estados Unidos en Puerto Príncipe Todd Robinson, subsecretario de Estado para Asuntos de Narcotráfico, y desde la protección de la sede diplomática anuncia que la seguridad de Haití era un asunto de los haitianos y que Estados Unidos no intervendría en ese asunto, pese a tener a 17 ciudadanos secuestrados por el grupo delincuencial 400 Mawazos, y esas personas correr riesgo de perder la vida.

En la celebración patria, en recordación de su patricio Jean Jacques Dessalines, el pasado 17 de octubre, Ariel Henry no pudo acudir ante la estatua del fundador de Haití, porque aunque su caravana de vehículos se desplazó, fue atacada con armas y tuvo que ser desviada para proteger la vida del primer ministro Ariel Henry. Quien si acudió ante la estatua de Dessalines fue Jimmy Cherizier (alias Barbicue), el jefe del G9, la asociación de bandas delincuenciales que han asumido el control de gran parte del territorio haitiano.

Se puede interpretar que las declaraciones de Todd Robinson fueron el punto de partida para el inicio del ataque final de las bandas contra el débil gobierno de Ariel Henry. Si Estados Unidos dice que no intervendrá, y que la seguridad seguirá siendo un asunto exclusivo de los haitianos, las bandas criminales habrán decidido darle la estocada final a un gobierno que en la práctica no existe.

En varias ocasiones Acento ha advertido la posibilidad de que Haití sea gobernado por Jimmy Cherizier, quien ha desarrollado un plan de hacerse potable ante la sociedad y ante los medios de comunicación. Ya realiza ruedas de prensa con los medios internacionales, sin escolta de su grupo, sólo acompañado por una metralleta. Sería Haití el Estado delincuencial más obvio, porque las únicas proclamas políticas de Barbicue han sido para defender la memoria del asesinado presidente Jovenel Moise, y las que han lanzado contra la oligarquía haitiana en varios presentaciones que ha hecho.

¿Le vendría bien a los Estados Unidos que Cherizier se convierta en el líder de Haití? ¿Tendría Cherizier liderazgo para poner en libertad a los secuestrados? ¿Asumiría Jimmy Barbicue la responsabilidad de conducir Haití por un sendero democrático? ¿Qué tal el narcotráfico, las armas ilegales, los secuestros, tráfico de personas? ¿Es más efectivo y más creíble Jimmy Barbicue que Ariel Henry?

República Dominicana debe analizar este nuevo escenario, y tomar decisiones para evitar que las bandas armadas haitianas incluyan, como objetivo falsamente patriótico, la confrontación con nuestro país.