La Carta Pastoral emitida esta semana por la Conferencia del Episcopado Dominicano tiene elementos de reflexión que calan profundamente, o debían hacerlo, en el ámbito político y electoral. Como se trata de un documento de 21 páginas, transcribimos aquí algunos conceptos y precisiones de los obispos que nos resultan altamente atractivos en este momento de elecciones:
1. Reafirmamos que el voto es un derecho y un deber de conciencia que no debe estar motivado por intereses personales. Exhortamos a votar por personas honestas que ofrezcan garantías de futuro a la patria…
2. La Junta Central Electoral merece nuestro apoyo y el de todos los dominicanos, sobre todo en orden a velar por la dirección de un proceso electoral transparente, tanto al momento del sufragio como al del conteo de los votos, que son donde suelen producirse las principales quejas. No se puede admitir la práctica corrupta e ilícita de compra y venta de cédulas a la vista de todos, evadiendo responsabilidades y sin que se tome acción contra esta infracción electoral.
3. A los candidatos. Urge que las propuestas electorales se fundamenten en solución de las necesidades más imperiosas del pueblo dominicano, evitando las intrigas, calumnias y manipulaciones propias de las denominadas “campañas sucias”, así como el despilfarro de recursos económicos en la publicidad desmedida.
4. Exhortamos a quienes aspiran a cargos públicos en estas contiendas electorales, a tomar en cuenta en sus discursos nuestra realidad actual. El escenario de inseguridad y violencia que estremece a la familia y a todos los sectores de nuestra sociedad no puede ser reproducido por nuestros líderes políticos en una batalla que denote inmadurez y poco juicio.
5. La juventud en el proceso electoral. Nuestros jóvenes, si bien han entrado al ruedo electoral presentando nuevas caras en los distintos partidos, los actores principales son cerca de tres millones de jóvenes votantes que decidirán el futuro del país.
6. A los electores. Corresponde a cada dominicano apto para ejercer el sufragio examinar su conciencia y discernir por quién votar. Como pastores preocupados por el destino del país nos sentimos en la obligación de orientarles para que en ese ejercicio libre se priorice el bien común y la visión de progreso, sin dejarse comprometer ni por las prebendas que le ofrezcan ni por las promesas de un futuro empleo.
7. A los medios de comunicación. Nos dirigimos también a los profesionales que se dedican a la comunicación social con un merecido reconocimiento a su trabajo y, a la vez, para motivarles al uso correcto de los medios de comunicación.
8. La corrupción. La corrupción es un cáncer que arrastra la República Dominicana. Es una de nuestras peores contradicciones, si asumimos que dicha práctica debilita los cimientos de la Nación prostituyendo el servicio público, desarticulando las instituciones y desmoralizando a los ciudadanos.
9. Una justicia débil. Clamamos para que se promuevan las condiciones para el establecimiento de un Poder Judicial imparcial, sujeto al imperio de la Ley, capaz de administrar justicia y dirimir los conflictos sin inclinar la balanza hacia ningún lado.
10. La agenda política. Nuestros candidatos deben presentar una agenda de acciones concretas que indique cómo van a enfrentar los graves problemas del país. Dentro de sus propuestas no deben faltar temas como la corrupción administrativa y los caminos para combatirla; la defensa de las dos vidas, tanto de la madre como del hijo por nacer; la violencia ciudadana generalizada y la violencia intrafamiliar como una subcultura que demanda una atención urgente; un plan de respuesta al problema del cambio climático que incluya entre otras acciones, la definición de políticas energéticas basadas en fuentes no convencionales; el debido respeto al orden jurídico y constitucional; un programa de políticas relativas al ordenamiento migratorio y al control de nuestras fronteras; la atención a los habitantes de las periferias urbanas y rurales; las justas inversiones en áreas primordiales como la salud, la justicia y la seguridad social; una política de empleo que ofrezca mayores oportunidades para incorporar a los jóvenes a la actividad productiva y, en fin, el combate real de la pobreza, especialmente en aquellos lugares y sectores más vulnerables que demandan mayor atención por parte del Estado.
11. Pacto Nacional. Grande es nuestro deseo de que se logre un pacto nacional entre nuestros líderes políticos, en el cual suscriban un compromiso público en torno a las propuestas prioritarias para la sociedad dominicana, conformando una agenda nacional y provincial que trascienda los intereses personales y grupales a favor del bienestar colectivo de toda la Nación. Dicho pacto debe incluir el compromiso a gobernar de acuerdo con principios de justicia que garanticen los derechos de todos y una especial dedicación a los sectores menos pudientes de la sociedad.